Hablemos de economía Opinión

Nuestro dueño: el tiempo

Hablemos de economía

Antonio Morlanes Remiro

PRESIDENTE DE ARAGONEX

aragonex@aragonex.com · www.aragonex.com

Pienso cómo el tiempo es eso tan cruel que va pasando sobre nosotros sin piedad. El tiempo no deja rastro porque no se ve, pero a nosotros nos marca en un sentido o en otro.  Esa magnitud física con la que se mide la duración o separación de acontecimientos es el rey que nos conduce por el mundo según su propio criterio y, sin embargo, nosotros creemos ser capaces de gestionar el tiempo y hacer que sea un instrumento a nuestro servicio.

Si nos paramos un momento a repasar las cosas que van sucediendo en nuestras vidas, comprobaremos que casi todas tienen incidencia en nosotros y, sin embargo, se han producido al margen de las acciones que realizamos.  El tiempo nos coloca en esos callejones sin escapatoria y, aunque nos sorprendemos algunas veces en positivo y la mayoría en negativo, no podemos evitarlo, nos ha tocado estar ahí.

Vamos a tomar algunos casos como ejemplos. Alguien decide hacer una guerra que responde sólo a sus intereses y se despliegan toda una serie de consecuencias terribles. Lo primero que ocurre es que empieza a morir un elevado número de personas, pero debo decir que, aunque fuera una sola vida, el adjetivo seguiría siendo elevado. 

Si alguien tiene la suerte de su lado y logra seguir con vida, esta no será como la que tenía ya que quedará marcado por heridas de todo tipo. Miles de familias ven cómo las ilusiones que han depositado en una forma de existencia, comprando casas que se convertirían en hogares, vehículos, y demás, quedan destruidas, no se salva nada ni siquiera un pequeño recuerdo. 

Lo enumerado hasta aquí deriva en una nueva forma de avance de la economía, para ellos, por supuesto, la economía está destrozada, pero para el resto de los lugares que no sufre la guerra todo cambia: los precios de las cosas que conformaban su pacífica vida suben y suben. La economía ha mutado por lo que es necesario reconfigurarla y esto supone sacrificio.

Claro que esto origina cuestiones muy distintas a las enunciadas. Aparecen elementos que ven su oportunidad de hacer el agosto basado en la desgracia y el sacrificio del resto y no se lo piensan: reducen los mercados y eso conlleva la tan anunciada subida de precios.

Pero la cosa no queda ahí ya que otros dicen: “Como nos suben a nosotros también lo hacemos nosotros”, y estos lo hacen sin límite y sabiendo que nunca van a retroceder. Y estos últimos piden que los sufridores, los que están soportando todo el peso de su mala praxis, además les ayuden, argumentando que  no  ganan lo que deberían. 

La fase dos, de este despropósito, es todavía más bonita ya que cuando lo consiguen, o sea ganar más que en el periodo anterior, lo amasan porque lo obtenido es suyo y no tienen por qué compartirlo con nadie, esgrimiendo ese slogan para calmar las conciencias: los que no tengan, que se espabilen.  Esto es un ciclo que actúa de rueda y, por tanto, de nuevo el tiempo le da vueltas y vueltas y nosotros corriendo detrás para, en muchas ocasiones, no llegar a ninguna parte.

Ya que el tiempo es quién nos marca ritmo y camino, adecuemos nuestras vidas a la óptima coordinación con él y que esto se derive en capacidad de tener como horizonte permanente la igualdad de las personas

Pero vayamos a mayores concreciones. Los bancos centrales, la FED y el BCE, además de otros, dicen, como está subiendo la inflación por encima de lo soportable, se deben poner medidas que combatan esto. Eso está bien, pero se basan en lo que funcionó en otras crisis: subir los intereses, y es lo que hacen. Pero no evalúan que hay una pequeña diferencia y es que en esas ocasiones se producía una elevada demanda y el efecto del encarecimiento del dinero permitía disminuirla y,  en consecuencia, controlar los precios.

Pero en esta ocasión no ha sucedido lo mismo. No estamos ante ese incremento de la demanda, muy al contrario, se ha producido una desvirtuación de las capacidades productivas derivada de la carestía de insumos.  Ante una eliminación de capacidad de stock se han encontrado unas cómodas rentabilidades: produciendo por encargo. 

Es como si las fábricas fuesen sastres, todo a medida y en el momento. Así que, en estos momentos, subir los tipos de interés no tiene efecto en la disminución de los índices inflacionarios, sino más bien lo contrario, pues ha encarecido los activos financieros y se ha derivado en alteraciones en la capacidad de ciertas instituciones financieras, en especial en Estados Unidos, que habían dejado, de nuevo, muy libre el control de los bancos. Afirma, Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía, que “la política económica y la regulación financiera han demostrado ser inadecuadas”. Se refiere al momento actual.

Ante escenarios como el que estamos viviendo, hay que dar el valor más adecuado a todos los parámetros, por ejemplo la deuda bruta, que para ciertos grupos la consideran un grave problema. Pues bien, vamos a ubicarla en los países más representativos. Veamos cómo al cierre de 2022, que en porcentaje del PIB, era la siguiente: Zona Euro 93%; EE. UU. 122,1%; Alemania 71,1%; Francia 111,8%; Italia 147,2% y España 113,1%. Debemos tener claro que lo importante es la capacidad de los países en responder sobre ella y también a qué se destina. España, como se ve, no la tiene fuera de lo que sería la media, si se excluye a Alemania que es quien marca la diferencia.

Pero continuemos con nuestra España; el año 2022 crecimos un 5,5%, con una inflación del 5,7%, es cierto que ha subido en febrero hasta el 6%, pero creo que la veremos bajar y de forma bastante importante, ya que tenemos 20,5 millones de empleos y el turismo repunta mejor que antes de la pandemia, además la previsión del PIB para este año la situaría entre el 1,5% y el 1,8%. Así que debemos no quedar satisfechos, continuar en la senda de crecimiento que llevamos y que se entienda que las empresas deben dedicarse a lo que les corresponde, producir, competir y nunca hacer política. Creo que el señor del Pino (Ferrovial) me entiende.

Ya que el tiempo es quién nos marca ritmo y camino, adecuemos nuestras vidas a la óptima coordinación con él y que esto se derive en capacidad de tener como horizonte permanente la igualdad de las personas.

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