MARKETING & DISEÑO DE VIAJES Y EVENTOS
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Elegir el alojamiento más apropiado en Japón requiere detenimiento. Existen, además de los hoteles habituales que podemos encontrar en todo el mundo, alojamientos muy curiosos, únicos y que constituyen toda una experiencia digna de probar si queremos conocer la esencia del carácter japonés.
Encontramos los tradicionales ryokan, un tipo de alojamiento tradicional japonés que originalmente se creó para hospedar visitantes durante una corta estancia, en los que las habitaciones tienen suelos de tatami, puertas correderas, futones y una decoración tradicional japonesa.
Alojarse en un ryokan es mucho más que hospedarse en un hotel para disfrutar de su cama, su ducha y su restaurante, es una experiencia única que pone en práctica el concepto “omotenashi”, el arte japonés de hacer felices a sus invitados, del que hable en un artículo anterior de mi blog.
También existen los Minshuku, mucho más austeros y baratos que los ryokan. Los peculiares, tematizados y hasta siniestros y misteriosos “Love hotels” que tan bien describió la directora de cine Isabel Coixet en su película ‘El mapa de los sonidos de Tokio’. Los onsen con aguas termales, otro concepto ligado al placer y bienestar de los que hablare otro día y los minimalistas hoteles capsula, no aptos para claustrofóbicos.
Y como complemento a esta lista de alojamientos singulares tenemos los Shukubo, alojamientos en templos budistas, como en los ryokans, toda gira en un ambiente auténtico y tradicional.
Aquellos afortunados que se han alojado en Shukubo o templo budista zen, dicen haber experimentado una de las experiencias más auténticas, increíbles e inolvidables de su viaje a Japón
Dormir en un shukubo es otra forma de adentrarse en la cultura tradicional japonesa, algunos monasterios como el de Eiheiji, próximo a Kioto y los Alpes japoneses, que data del 1244, aceptan huéspedes, siempre con la condición de que el invitado tenga un interés real en conocer el budismo zen y que respeten sus normas, que van desde despertar a las 4 de la mañana, asistir a una sesión de meditación guiada, dormir en un duro tatami o comer en absoluto silencio un menú vegano.
Desde el momento en que llegas a un shukubo todo se convierte en una gran experiencia: la educada manera en que te tratan, la decoración antigua, los preciosos corredores de madera, los jardines y bosques que rodean al monasterio, la espiritualidad que se respira…
Aquellos afortunados que se han alojado en Shukubo o templo budista zen, dicen haber experimentado una de las experiencias más auténticas, increíbles e inolvidables de su viaje a Japón, algo que influyó a Steve Jobs, después de una estancia en el monasterio de Eiheiji a aplicar algunos de los conceptos zen en la filosofía Apple.
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