Espacio de diseño Opinión

¿Para qué sirve un diseñador? Todo lo que aporta a una empresa

Ana Bendicho y Wenceslao Sanahuja

Directora Creativa de Estudio Novo y Diseñador Industrial
www.estudionovo.es

Desde que comenzamos a trabajar como diseñadores (cuando nadie sabía muy bien qué era el diseño) hasta hoy, la percepción ha cambiado mucho, pero no lo suficiente. El sector empresarial, en su mayor parte, ya conoce la importancia de incorporar el diseño dentro de su estructura, pero deberíamos preguntarnos si a nivel general se percibe con claridad y exactitud lo que esto implica.

Y, sobre todo, lo que el diseño es capaz de aportar a su empresa. A menudo se mezcla y confunde con la innovación, pero aunque son dos conceptos que suelen ir de la mano, son cosas bien diferentes. Porque el
diseño no siempre tiene que implicar innovación, pero a la vez es una de las herramientas más potentes para innovar y para diferenciarse de la competencia.

Vamos a poner el foco en la figura del diseñador/a o en el equipo de diseño y sus capacidades profesionales. Se trata de una figura que a muchas empresas les cuesta integrar dentro de su organización, de modo que necesitan comprender lo que un diseñador puede aportar. 

En la mayoría de ocasiones se sigue pensando que es quién va a dar un toque estético, ya sea a un producto o a una simple etiqueta. También en ocasiones se polariza la figura de estos profesionales, dejándolos como meros estilistas o, por el contrario, llevándolos al lado opuesto confundiéndolos con ingenieros (ni mencionar cuando alguien piensa que son inventores). 

Es justo en todo aquello que encontramos entre estos dos extremos donde la persona que diseña tiene su verdadero valor profesional, ya que se preocupa muy en profundidad por el lado más humano de los productos.

Tengamos en cuenta que un producto es mucho más que una forma agradable o un conjunto de piezas ensambladas, puesto que debe satisfacer las necesidades de quien lo compra y de quién lo usa. Porque en muchos casos no son la misma persona. 

Pongamos el ejemplo de un juguete: lo compra un adulto, con sus percepciones y valoraciones, pero quien lo usa es un niño, con necesidades y exigencias muy diferentes. Aquí es donde se hace imprescindible contar con un profesional con la capacidad de ver desde fuera todas estas circunstancias para implementarlas de una forma coherente y ordenada en un producto. 

No solo dándole forma, sino también sentido. Dentro de esta tarea la persona que diseña es una figura que relaciona y une las diferentes demandas de una empresa: las técnicas, las de carácter comercial, de marketing, ofreciendo de una forma clara una visión estratégica sobre los productos.

Porque una de sus principales herramientas es la capacidad de analizar la competencia, las tendencias del momento, interpretar los deseos de los usuarios y a fin de cuentas encontrar una forma de conceptualizar y generar ideas nuevas que aporten algo muy importante: la diferenciación.

Pero de forma paralela a todo esto, hay algo muy importante, y es la relación que se establece entre la empresa y el profesional al que se contrata este servicio. En muchas ocasiones se convierte en un colaborador externo que participa de forma muy activa y directa, aportando una visión periférica, porque no está condicionado por el día a día de la empresa

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