Hablemos de economía Opinión

¿Dónde está el dinero?

Antonio Morlanes Remiro

PRESIDENTE DE ARAGONEX

aragonex@aragonex.com · www.aragonex.com

El dinero forma parte inexcusable de nuestras vidas. Sin él, cada uno de nosotros, en la medida en que quiera o pueda, no tiene posibilidad de hacer de sus deseos una realidad. Sé que sobre esta afirmación habrá todo tipo de matices u opiniones diferentes, y las acepto sin necesidad de conocerlas; cada uno es libre de generar sus propias ideas. Pero deseo escribir sobre la forma en que entiendo nuestra vida en su relación con el dinero.

La cuestión es que el dinero es un hecho tanto para quien sueña con él como para quien lo desprecia y critica, porque esta es la fórmula inalterable que el ser humano ha creado como elemento o, mejor dicho, como eslabón que nos permite desde entendernos hasta enfrentarnos. Sin duda, es consecuencia que siempre deriva hacia objetivos que deseamos alcanzar.

Lo curioso acerca del fin que le damos al dinero es la enorme diversidad que entendemos debe tener. Pero, dentro de todas ellas, incluso en muchas ocasiones, consideramos darle un peso que es engañoso. Le quitamos valor, aunque no es otra cosa que una manifestación externa de cara a los demás; sin embargo, en nuestro interior suplicamos que nos transmita tranquilidad en nuestra vida.

Realizada esta especie de reflexión, es el momento de conocer el dinero: primero en su historia, luego en su función y, finalmente, en quienes hoy son sus protagonistas. Empecemos por su historia: siempre es oportuno conocer el origen de las cosas, cuál fue su finalidad inicial y cómo se han ido transformando.

Hasta el Neolítico tardío, el trueque era el sistema que las personas tenían para conseguir aquello que necesitaban. Esto dejó de tener utilidad con el inicio del comercio real, al ampliarse el espectro de las necesidades que se demandaban, y se inició el pago a través de oro y plata, metales reconocidos por su valor. Además, se decidió acuñarlos para así avalar su peso y calidad. Esto tuvo su inicio en Mesopotamia, 2.500 años a.C. A partir de ahí, todo se fue adecuando en los sistemas para garantizar su mayor fiabilidad.

Cuando se inició la emisión del billete de papel, se hizo sabiendo que estaba avalado por ciertos minerales: oro, plata, cobre y algún otro. Entre finales del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial se adoptó el patrón oro, de tal forma que se podía cambiar el papel por su equivalencia en oro. El crac del 29 y la Segunda Guerra Mundial terminaron con el sistema. En julio de 1944, en los Acuerdos de Bretton Woods, se estableció que las divisas serían convertibles a dólares USA y estos, a su vez, en oro. En 1971, los gastos militares de Estados Unidos en la guerra de Vietnam generaron una sobreabundancia de dólares y esto puso en duda su convertibilidad en oro, por lo que se decidió cancelar el sistema. El dinero quedó basado en la confianza de los países que lo emiten.

Los beneficios de la banca se han multiplicado de forma escandalosa y, para colmo, protestan por el pago de impuestos: ellos pagan una media del 5% y una PYME un 23%. Sin comentarios

Así pues, en estos momentos el funcionamiento está basado en el dinero fiat —aquel que no está respaldado por un bien físico como el oro o la plata, sino que tiene valor porque las personas confían en la autoridad que lo emite y en su aceptación general para realizar transacciones— que, al igual que el dinero fiduciario, constituye hoy la base de monedas como el dólar, el euro, el yen y otras de curso internacional. Los depósitos en cuenta bancaria son dinero en forma de deuda hacia el depositante, y el banco los utiliza para dar préstamos y créditos a terceros. La suma de estos es superior a los depósitos; por tanto, la devolución a los depositantes está basada en la confianza de que los prestatarios paguen.

Veamos cuál es la realidad del dinero en estos momentos y hacia qué futuro se dirige. La tecnología ha desarrollado un nuevo escenario donde se mueve el sistema monetario, y este no es otro que la banca oficial con los bancos centrales, y la privada, que se define como supeditada a la primera y a los gobiernos de los países. Esto es difícil de creer y entender, pues la oficial termina siendo nutrida por los profesionales que envía la privada. Así que la estructura que gobierna el dinero es un “yo me lo guiso, yo me lo como” y, nosotros, los ciudadanos, ¿dónde quedamos? Pues nos hemos convertido en unos trabajadores suyos a los que no pagan y, además, nos cobran. Sirvan como ejemplos: sacar o ingresar dinero —lo hacemos por cajero— y nos cobran por ello; hacer transferencias vía internet —volvemos a ser nosotros los operadores— y también pagamos. Además, para garantizar que solo ellos manejen el dinero, aquí en España, derivado de la UE, se ha legislado la Ley 11/2021, de 9 de julio, en la que se determina la prohibición de pagos en metálico por encima de 1.000 euros si interviene una empresa o un profesional; y sacar dinero por encima de 3.000 euros implica que se comunique a Hacienda y al Banco de España. Dicen que es para evitar blanqueo de capitales, pero quienes hacen esto hoy día utilizan las redes y no mueven dinero físico.

En definitiva, bajo la excusa de disminuir costes, las operaciones las hacemos nosotros y, además, pagamos por oír “buenos días”. Los beneficios de la banca se han multiplicado de forma escandalosa y, para colmo, protestan por el pago de impuestos: ellos pagan una media del 5% y una PYME un 23%. Sin comentarios.

Como conclusión, nosotros, los ciudadanos, producimos para crear riqueza, sea como PYME, autónomos o trabajadores por cuenta ajena. Y la banca dice: “Entréguenme el dinero, que yo les diré cómo y cuándo pueden manejarlo”, y nosotros felices. El dinero ya no existe, al menos en nuestros bolsillos.

POST SCRIPTUM: Debo continuar denunciando el genocidio contra el pueblo palestino a manos del criminal Netanyahu y con la colaboración necesaria del pueblo judío. No tienen memoria ni vergüenza.

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