Hablemos de economía Opinión

Tierra sin fronteras

Hablemos de economía

Antonio Morlanes Remiro

PRESIDENTE DE ARAGONEX

aragonex@aragonex.com · www.aragonex.com

La economía, según la define la RAE, es la “Ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos”. Pero podríamos decir que es una definición ausente de cualquier tipo de matices, pues las circunstancias que concurran a lo largo del tiempo condicionarán, de forma suficiente, todas las fases de la economía. Cuando la RAE habla de métodos eficaces, me atrevería a asegurar que eso no existe: estamos ante pura teoría. Son muchas las condiciones que se encuentran en el espacio en el que se desarrolla la vida, para que podamos asegurar que no tienen incidencia en los métodos. Conste que entiendo y creo que es necesario que existan, que se plasmen como el punto de referencia, pero no podemos garantizarlos nunca. Quizás sea más clarificador poner con ejemplos algunas de esas condiciones que alteran los métodos. Cuando aparece en el mundo una epidemia como la última sufrida, el COVID-19, la necesidad de luchar a favor de la vida constituye una alteración clara de los métodos por lo que en la economía estos quedan en posición secundaria. Por continuar con hechos que están acaeciendo, pasa lo mismo con las guerras, la de Ucrania, la de Israel contra Palestina y podíamos continuar con otras que tienen más que ver con la política del momento, o sea, con la gestión de los recursos. Eso, la gestión de los recursos, a lo que la RAE llama bienes escasos, y que los son, pero no debemos ocultar que más para algunos que para otros, podríamos decir que es el fundamento de la economía. Pero no sólo me estoy refiriendo a la nefasta distribución individual de esos bienes, que a algunos les caen del cielo y a otros les es imposible alcanzar, también me refiero a la repartición a través de los diferentes territorios de la tierra, por lo que considero que, en la definición de la RAE, es lo más inconcreto al hablar de satisfacer las necesidades humanas. Y yo me pregunto: ¿Quién ha concretado esas necesidades y cómo se garantiza su cumplimiento? Así que, admitiendo, como pura teoría, la definición de la RAE debo afirmar que no deja de ser una transposición de la realidad en la vida. Deberíamos considerar que cuando la RAE hace esta definición de la economía, no está teniendo en cuenta cuestiones tan fundamentales como que el mundo está plagado de territorios —entendamos esto como países u otros derivados—, por tanto, este lío de factores es lo que trastocan, en gran medida, el concepto economía.

Les invito a soñar un poco conmigo. Imaginemos que borramos todas las fronteras y dejamos la Tierra tal cual la Naturaleza la ha plasmado y, además, entendemos a las personas como la especie que son, con las razas que tenemos definidas, y que de poco sirven, porque podemos decir, existen elefantes asiáticos y africanos y unos tienen las orejas más grandes que otros, pero ¿a que todos son elefantes? Con el ser humano pasa lo mismo, los hay negros, caucásicos, asiáticos, etc., pero todos ellos somos personas. Continuemos con nuestro sueño. ¿Imaginan que de repente desaparece ese sentido de condiciones que provocan las fronteras? La eficiencia en los métodos, para garantizar que las necesidades humanas estén cubiertas serían compartidos por todos y los bienes escasos, capaces de gestionarlos sin limitaciones. Pero incluso, algo más importante, no tendríamos necesidad de ser patriotas de ningún lugar, ni tener banderas que nos separen unos de otros. Con unas normas únicas podríamos garantizar la convivencia en cualquier lugar del planeta. No quiero dejar un matiz, una pequeña cosa, ¿nos damos cuenta de que si esto fuese así, no necesitaríamos ejércitos?  No habría castillos para tomar ni fronteras para asaltar. Qué cosa tan curiosa, a esto se le denomina fraternidad.

Porque piénsenlo bien. Una persona se levanta a las siete de la mañana, va a su puesto de trabajo, realiza una jornada de unas 8 horas, luego vuelve a su casa y comparte tiempo con su familia, sus amigos, incluso con él mismo. Con el producto de su trabajo, paga su casa y garantiza el bienestar de su familia. Ahora la pregunta sería, ¿en qué medida afecta a su vida, si las fronteras de su país están en un lugar u otro e incluso si no existen? La respuesta es que ninguna; aunque pensándolo bien debería solucionarse el tema de los Juegos Olímpicos, de la Champions League y poco más.  Ah, que no se me olvide: Eurovisión, vaya petardo.

El fundamento de todo esto es que continuamos anclados en el pasado. Seguimos siendo las tierras indiscutibles del noble y que las defendemos con la vida, para él, no para nosotros. Empecemos a pensar que todo el planeta es nuestro y que no tenemos más límites que nuestras propias fuerzas y condiciones. Existe algo que sí mantiene su finalidad, el comercio.  El intercambio que hacemos entre las personas de acuerdo con las necesidades que tenemos en cada momento. Esto sí que no tiene fronteras, se las ponemos, pero trabajamos para que se superen y en eso estamos avanzando. Tomemos ese ejemplo y hagamos del sueño, realidad.

Como la economía es una ciencia, partamos de que se desarrolle en su propio contexto y no la alteremos con mezquindades que no hacen otra cosa que alejarnos de nuestro papel de personas. Figúrense si la ciencia médica estuviese asaltada por cuestiones ajenas a ella, estaríamos todavía en tiempo de los egipcios, por ser generoso. Observémonos como la única especie humana que somos y comprendamos que nuestro tiempo es finito, por tanto, mucha fraternidad.

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