Hablemos de economía Opinión

Correr sin saber andar

Hablemos de economía

Antonio Morlanes Remiro

PRESIDENTE DE ARAGONEX

aragonex@aragonex.com · www.aragonex.com

La evolución de la tecnología ha marcado y transformado a las sociedades del mundo desarrollado y esto nos ha permitido que nuestras vidas tengan mayores garantías en sus necesidades cotidianas. Los avances en medicina han sido muy importantes. Las comunicaciones, de todo tipo, nos han permitido poner cualquier territorio o persona al alcance de nuestras manos. Sin embargo, como me refería, de todos los avances que se han producido sólo los países ricos han sido los beneficiados, pero ¿qué sucede con el resto del mundo, es opaco para nosotros, no hay también personas allí? Quizás es que ellos no precisen la medicina, los alimentos sanos, la educación y otros adelantos que la tecnología pueda facilitar para hacer un mundo más equilibrado y justo.

Pero no creamos que por considerarnos más altos y guapos que las personas de los países pobres —llamémoslos como lo que son porque nosotros lo permitimos— estamos a salvo de ciertos avances. Si analizamos cómo ha impactado en nuestra sociedad la Inteligencia Artificial, veremos que tiene dos caminos, uno el positivo, pues garantiza avances en investigación que, seguramente, tardaríamos demasiados años en conseguir, me estoy refiriendo a la medicina o al cambio climático; sin embargo, el otro camino es el que la pone a nuestra disposición sin criterios suficientes para poder gestionarla. Los ciudadanos deberíamos ser conscientes de que el control de nuestros datos pierde el calificativo de propiedad, en primera persona, para que sean terceros quienes los manejen pues así fiscalizan nuestras voluntades. La otra cara de la moneda sería tener a la Inteligencia Artificial como instrumento para que podamos participar en las decisiones que nos afectan colectivamente, pero eso no nos lo permiten. Esto sucede porque no hemos sido capaces de solucionar problemas de siempre que nos influyen como personas.

La Inteligencia Artificial, que se convierte en un conductor excelente para la globalización, queda limitada a los intereses espurios de grupos de presión que no entienden otra cuestión que un mayor enriquecimiento. Estos grupos no permiten que esta forma global de convivencia esté al alcance de todos porque consideran que la vida se basa en un permanente crecimiento económico que les satisfaga a ellos. Además, no se dan cuenta de que no es posible que esto suceda de forma infinita porque quieren que se produzca sólo en la misma parte del mundo. Son obscenos en eso y si ampliasen las miras verían cómo la generosidad les conduce a un mejor crecimiento.

Pero la sociedad y el avance no solo se basan en la IA, hay otro elemento, más cotidiano, sobre el que recaen todas nuestras frustraciones y basamos todos nuestros pronunciamientos: el mercado.

Cuando la normalidad se altera decimos eso tan extemporáneo: los mercados lo arreglarán, y no nos percatamos de que los mercados son centros de poder que excluyen la responsabilidad de quienes cometen errores o fechorías porque la libertad no forma parte de su funcionamiento. Ante esta situación, nosotros los ciudadanos, nos quedamos solo con la esperanza de que digan que en algún momento el gran dios del mercado reflexione y nos vuelva a traer la ficción de felicidad que necesitamos para que esos grupos continúen con el manejo de nuestras vidas.

Por ponerle nombre uno de esos grupos son los bancos. Siempre protestan porque dicen que cumplen con funciones sociales que nosotros precisamos para nuestras vidas, pero si echamos la vista atrás veremos cómo ellos eran un complemento de nuestra economía. Los bancos guardaban lo que considerábamos que queríamos ahorrar, ahora todo ha cambiado, las normativas van planificando cómo debemos funcionar y, al margen de los bancos, es casi imposible realizar ninguna función económica. Supongo que casi todo el mundo se habrá dado cuenta de que, hoy en día, manejar dinero efectivo está muy limitado y la tendencia es que en no mucho tiempo el dinero desaparezca y el mudo será el dominante de nuestra economía.

Nuestros queridos amigos, los bancos, tienen resultados que ningún sector productivo soñaría con llegar a tener y cuando se les dice que deben aportar “algo” para que los servicios ciudadanos tengan una mayor llegada a todos, entonces se rebelan. Solo un ejemplo, CAIXABANK, hasta este mes de septiembre, ha tenido un beneficio de 3.659 millones de euros. Esto significa un incremento del 48% con referencia al mismo mes del año anterior, ha superado los beneficios de todo el año 2022. Pero también, y ante estas cifras, hemos oído cómo consideraban un riesgo para la economía que tuviesen que pagar un impuesto especial. Teniendo en cuenta que contribuyen menos que cualquier pequeña o mediana empresa, es un total despropósito, pero la marcha para convertirse en los que diseñen y dicten nuestras formas de vida, continúa sin descanso.

De cualquier forma, los ciudadanos nos situamos en la posición última de todo el engranaje económico y, además, estamos socialmente supeditados a él, sin dejar la tecnología. Esta ha permitido que expertos en ella sean capaces de manejar grandes cantidades de dinero del que se apropian. Se calcula que mueven el 1,5% del PIB mundial, más de un billón de dólares; la economía especulativa significa el 110% de la economía productiva y de esta, en España, más del 20% es economía sumergida, así que, solo imaginemos lo que significaría fiscalmente, si el total de ella pagase impuestos, ahí sí que se podría disminuir de manera notable la presión fiscal. Pero volvemos a lo mismo, en esa rueda existen demasiados intereses para que en el escenario del mundo solo se vea una pequeña parte de él.

Pues, aun así, insistimos en la falsedad que significa el constante incremento de la economía. Considero que en algún momento será posible que avancemos para lograr la mejor fórmula económica, porque lo que sí está demostrado es que el esfuerzo que realizar para dicho incremento tiene una incidencia directa en el nivel de desigualdad económica y social. Esto es el camino hacia las grandes crisis. La productividad no puede marcarse exclusivamente en lo que suponen los costes laborales, existen elementos como la innovación y la inversión en nuevos sistemas productivos que son mucho más eficaces. Francia, Alemania y Dinamarca tienen una mayor productividad que España y trabajan menos horas.

Las personas, desde nuestro nacimiento, crecemos y nos desarrollamos hasta un punto donde lo fundamental es mantenernos. Solo se debe crecer en riqueza intelectual, pues esto es lo que debe servir como ejemplo al crecimiento económico.

 

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