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Marta Valencia: «Apostamos por la inclusión social y laboral, luchamos por la accesibilidad universal, defendemos los derechos y mejoramos la calidad de vida de las personas con discapacidad»

Marta Valencia
Presidenta de Fundación Dfa

Fundación Dfa lleva trabajando desde 1976 por los derechos de las personas con discapacidad para lograr una sociedad más inclusiva. 

Marta Valencia es su presidenta y también lo es de la Confederación Estatal de Mujeres con Discapacidad (CEMUDIS), COCEMFE Aragón y COCEMFE Zaragoza, así como vicepresidenta de la Asociación Aragonesa de Mujeres con Discapacidad (Amanixer). 

Hablamos con ella para conocer más sobre el mundo asociativo y, especialmente, sobre el trabajo que se lleva a cabo en Fundación Dfa en materia de inclusión

Para que los lectores de AEA puedan conocerla un poco más, ¿podría hablarnos brevemente de su trayectoria profesional?

Tras acabar la carrera de Derecho en 1999, entré a trabajar en Dfa en 2001, pasando por diferentes puestos hasta que en 2005 me colegié y empecé a ejercer como abogada en la asesoría jurídica de la propia entidad. En 2017 asumí la dirección de la secretaria técnica y en 2018 fui nombrada presidenta del Patronato de la fundación.

Preséntenos Dfa y sus principales objetivos.

El principal objetivo de Fundación Dfa es dar respuesta a las necesidades de las personas con discapacidad física a lo largo de su ciclo vital, a través de actividades y servicios que son gestionados mayoritariamente por personas con discapacidad. Desde nuestra entidad apostamos por la inclusión social y laboral, luchamos por la accesibilidad universal, defendemos los derechos y mejoramos la calidad de vida de esta parte de la sociedad. Además, colaboramos con el sistema público y privado para promover la autonomía de las personas con discapacidad y la eliminación de los prejuicios sociales.

¿En qué consiste su trabajo al frente de Dfa?

Mi trabajo como presidenta del Patronato de Fundación Dfa tiene varias vertientes. De puertas afuera, tengo una labor de representación institucional y de interlocución con las diferentes administraciones públicas y entidades privadas. De puertas adentro, la función principal del Patronato es velar por que se cumplen la misión y visión de la fundación según los valores que nos hemos dado.

Por hacernos una idea de sus dimensiones: ¿Con cuántas personas asociadas y con cuántos trabajadores cuenta Dfa? ¿A cuánta gente atienden cada año?

Las cifras van cambiando cada año, pero, por darte unas concretas, en el año 2021 atendimos en nuestros diferentes centros y servicios a 12.184 personas y 6.582 personas colaboraban con Dfa. En la actualidad, 722 personas trabajan en la entidad y contamos en nuestras actividades con 120 voluntarios y voluntarias.

¿En qué ámbitos se circunscriben los servicios que ofrecen a las personas asociadas?

Primero, me gustaría aclarar que en Dfa atendemos a todas las personas que requieren alguno de nuestros servicios en temas relacionados con la discapacidad, ya sea en Zaragoza, en Huesca o en Teruel, aunque no sean colaboradoras o asociadas. A partir de ahí, nuestra labor se podría dividir en cinco ámbitos fundamentales. El primero tiene un componente social. Nos referimos a los centros de orientación y apoyo social, actividades socioculturales y asesorías. 

Otra rama sería la de salud y bienestar, que atiende al ciclo vital de las personas, desde desarrollo infantil hasta teleasistencia, ortopedia y centros de día o residencias. La formación, a través de cursos, talleres y otros tipos de enseñanzas regladas, es otra parte importante. El empleo dirigido a personas con discapacidad, a través de la agencia de colocación Dfaemplea también es fundamental. Y, por último, existe una parte más dirigida a empresas, con servicios como ‘call center’, consultoría laboral y contable, talleres de montaje y manipulados, etc.

¿De qué asesorías disponen?

La puerta de acceso a Fundación Dfa para muchas personas con discapacidad son los centros de Apoyo Social de cada una de las tres capitales de provincia. Ahí se ofrece asesoría y orientación a cada caso personalizado. También es fundamental el trabajo de la asesoría jurídica, que está especializada en la discapacidad. Disponemos, además, de asesoría en materia de ortopedia y en materia de accesibilidad.

¿Tienen más dificultades las personas con discapacidad para acceder al empleo? ¿Qué datos manejan al respecto?

Las cifras de desempleo de personas con discapacidad son mucho más altas que en las personas sin discapacidad. Aquí hay un caballo de batalla importante, ya que, según las cifras con las que venimos trabajando señalan que del 60% de personas con discapacidad y con posibilidad de trabajar, el 65% están inactivas. El otro 35% está cómo mínimo buscando un trabajo. La pandemia que hemos sufrido tampoco ha ayudado en este sentido.

¿Qué recursos ofrecen para la inserción laboral de las personas con discapacidad?

Desde Dfaemplea, nuestra agencia de colocación, damos mucha importancia a la formación, así que organizamos regularmente cursos y talleres destinados a mejorar la empleabilidad de las personas con discapacidad. Estamos muy atentos al mercado laboral e intentamos adaptarnos en todo momento. Por ejemplo, ahora mismo, las personas con discapacidad tienen mucho terreno ganado si poseen conocimientos y/o experiencia como teleoperadores/as, competencias digitales y tecnológicas, atención al cliente, etc.

¿Cuántas personas han accedido a un empleo desde que se pusiera en marcha Dfaemplea?

El servicio de empleo se puso en marcha en 1985 y desde entonces ha intervenido en la contratación de alrededor de 10.000 personas. Sin ir más lejos, en 2021 encontraron un empleo 507 personas con discapacidad gracias a actuaciones de la agencia de colocación.

¿Qué programas de formación tienen en DFA?

Fundación Dfa es un centro homologado de formación y una entidad acogedora de prácticas. Colaboramos con distintas administraciones públicas, universidades, institutos de formación profesional y formación ocupacional. Gracias a estas colaboraciones ofrecemos de manera regular talleres de empleo de Atención Sociosanitaria; Programas de Cualificación Inicial de Formación Profesional dirigidos a jóvenes de entre 16 y 21 años; formación gratuita y reglada para personas adultas con discapacidad y/o necesidades educativas especiales y sin titulación básica; y cursos de las diferentes convocatorias del Inaem.

¿De qué manera abordan las cuestiones relacionadas con salud y bienestar?

Como mencionaba, tratamos de acompañar a las personas con discapacidad en cualquier etapa de la vida, proporcionando herramientas necesarias para la autonomía y el autocuidado. Disponemos de centros de atención temprana y postemprana, residencias, centros de día y ocupacional, servicio de rehabilitación y fisioterapia abierto a toda la población aragonesa, una ortopedia con productos especializados para las personas con discapacidad y nuestro servicio de teleasistencia y ayuda a domicilio.

¿Qué hitos destacaría de la historia de Dfa? ¿Ha avanzado la sociedad desde los comienzos de la asociación?

En los 46 años de vida asociativa de Dfa, la sociedad ha cambiado mucho. A lo largo de estos años, Dfa ha recibido muchos reconocimientos, pero creo que el principal avance que se ha producido es en relación a la visibilización social de la discapacidad. Antes, las personas con discapacidad se quedaban en las casas y hoy estamos presentes en la sociedad, aunque todavía queda mucho por hacer sin duda esto es fundamental porque tiene un efecto arrastre sobre todo lo demás.

Si bien la sociedad ha avanzado en materia de accesibilidad e inclusión de personas con discapacidad y en feminismo, ¿qué retos importantes cree que quedan pendientes en ambos sentidos?

Como decía antes, se ha avanzado mucho, pero sigue habiendo prejuicios sobre los que hay que seguir sensibilizando y eliminar las barreras de todo tipo con las que nos encontramos en nuestro día a día. Con respecto a la mujer con discapacidad, quizá podríamos empezar por eliminar la infantilización con las que en muchas ocasiones se nos trata.

¿Con qué prejuicios se suelen encontrar todavía en Dfa con respecto a las personas con discapacidad?

Sobre todo, son prejuicios relacionados con las capacidades de hacer las cosas, por eso en Dfa hacemos especial hincapié en centrar todas nuestras acciones en la capacidad y no en la dis-capacidad. Son las capacidades de las personas, tengan o no discapacidad, las que determinan las cosas que hacemos bien o que se nos dan peor.

¿La pandemia ha aumentado la desigualdad para las personas con discapacidad, especialmente para las mujeres?

Obviamente, en Aragón y en España hay en torno a un 10% de la población con discapacidad y, de ese 10%, un 60% somos mujeres, pero aún seguimos siendo tratadas como una minoría. Con la pandemia, por ejemplo, se notó mucho la brecha digital sobre todo en mujeres porque son las que menos recursos tienen.  Hay que apoyar para que no exista esa brecha.

Además de en Dfa, usted preside la Confederación Estatal de Mujeres con Discapacidad (CEMUDIS), COCEMFE Aragón y COCEMFE Zaragoza, así como la vicepresidencia de la Asociación Aragonesa de Mujeres con Discapacidad Amanixer. ¿Qué es lo más gratificante de su trabajo en las diferentes organizaciones de las que forma parte?

El contacto directo con las personas, especialmente con otras mujeres con discapacidad reivindicativas, activistas y comprometidas; la posibilidad de conocer diferentes realidades territoriales; poder compartir sinergias; exportar modelos de buenas prácticas… en definitiva el trabajo en red.

Usted ha destacado en varias ocasiones que las mujeres con discapacidad se encuentran en una situación de desigualdad con respecto a los hombres con discapacidad. ¿En qué aspectos lo vemos reflejado?

Las mujeres hemos estado mucho más sobreprotegidas y hemos accedido en menor número a la educación. Como dato, podemos decir que En España solo un 1% de la población de entre 25 y 44 años no sabe leer ni escribir, pero en el caso de las mujeres con discapacidad, 16 de cada 100 están en esta situación. Además, generalmente hemos quedado relegadas a las tareas domésticas. 

Por consiguiente, no tener independencia económica nos ha hecho ser más vulnerables y por lo tanto más susceptibles de sufrir violencia que, además de venir por parte de nuestras parejas o exparejas, puede venir por las personas que se ocupan de nuestra asistencia, por el entorno familiar o por los centros institucionales.

Otra diferencia, por ejemplo, es la importante brecha salarial que viven las mujeres con discapacidad. En general, si el 91,04% de las personas con discapacidad experimentan barreras en su participación social, en el caso de las mujeres esta cifra se sitúa cinco puntos por encima de los hombres con discapacidad.

En este sentido, ¿cómo de importante es el asociacionismo de mujeres con discapacidad?

Fundamental y necesario. Históricamente, las necesidades de las mujeres con discapacidad no eran recogidas por el movimiento feminista ni por el de la discapacidad, así que llegó un momento en el que decidimos ser las protagonistas de nuestras propias vidas, nos empoderamos y nos empezamos a organizar en diferentes asociaciones. 

Cada día somos más y cada día queremos ser más, alcanzar todos los territorios y especialmente el medio rural, dónde la falta de recursos se acentúa. Trabajamos para tener una sociedad llena de mujeres con discapacidad empoderadas y dispuestas a luchar por nuestros derechos y es que no queremos que nos representen ni que defiendan nuestros derechos, queremos ser nosotras mismas las que hablemos, opinemos y reivindiquemos nuestras necesidades.

También ha denunciado en alguna ocasión la infantilización de las mujeres con discapacidad. ¿En qué se materializa este paternalismo y esta infantilización y qué consecuencias conlleva?

Las mujeres con discapacidad no encajan en el rol que se espera en la sociedad como esposas, parejas sexuales, con atractivo físico, cuidadoras, madres. La razón es que entran en juego los estereotipos propios de la discapacidad y se nos ve como mujeres necesitadas de cuidados, infantiles, dependientes… Quedamos también fuera de los cánones de belleza que impone la sociedad y que los autores denominan como “belleza robada”. 

Todo esto provoca que la autoestima se vea mermada, lo que hace que haya importantes consecuencias negativas a la hora de participar socialmente debido a la fuerte importancia que se da a la imagen y al físico, limitando también el desarrollo de la identidad más allá del estigma.

Son las capacidades de las personas, tengan o no discapacidad, las que determinan las cosas que hacemos bien o que se nos dan peor

Además, la discriminación que vivimos y que nos coloca en una posición de desigualdad y vulnerabilidad ha sido invisibilizada arrebatando el pleno disfrute de los derechos de ciudadanía. Así, el estigma de la discapacidad unido al del género se traduce en una importante marginación, mayor índice de analfabetismo, niveles educativos más bajos, menor actividad laboral, puestos de trabajo con menor responsabilidad y peor remunerados, mayor aislamiento social, más baja autoestima, mayor dependencia económica respecto de las familias o parejas, mayor dependencia afectiva y emocional, más posibilidad de sufrir violencia tanto de parejas como de familiares, menor desarrollo personal y social, mayor desprotección sanitaria, ausencia de derechos sexuales… Además, si añadimos circunstancias tales como ser mujer con discapacidad en el medio rural, inmigrante, lesbiana, etc. los efectos de la marginación no es que se sumen si no que se multiplican.

¿Cree que cada vez se tiene más en cuenta que las mujeres con discapacidad sufren una discriminación interseccional, sobre todo a la hora de legislar?

Hay tímidos avances, casi todos promovidos por las asociaciones de mujeres con discapacidad en sus territorios. El trabajo incansable, las campañas de sensibilización o nuestra presencia en todos los foros que nos afectan, hacen que nuestras voces se empiecen a oír, pero todavía queda muchísimo camino por recorrer. 

Por eso, además de legislar es importante la prevención, que se conseguirá principalmente formándonos, accediendo a la sociedad como ciudadanas de pleno derecho, haciéndonos responsables de nuestra vida y de nuestras decisiones en primera persona, contando con un empleo remunerado que nos dote de independencia económica y con el compromiso de la administración pública que ha de trabajar por la accesibilidad de los recursos y por la previsión de servicios especializados.

¿Hay suficiente formación específica para profesionales en relación con mujeres y discapacidad?

No, falta muchísima formación específica. Por ejemplo, en Sanidad, especialmente en disciplinas como ginecología, se nos cuestiona cuando decidimos ser madres, no se nos preguntan las mismas cosas que al resto de mujeres, no se dispone de camillas o mamógrafos adaptados a mujeres con movilidad reducida, así que o bien no se nos realizan las mismas pruebas que al resto de mujeres o se nos proponen alternativas indignas como ser agarradas por varias personas como si fuéramos un saco.

Ocurre lo mismo en atención a mujeres víctimas de violencia de género, nuestra credibilidad se pone en tela de juicio especialmente en mujeres con discapacidad intelectual, no se dispone de intérprete de lengua de signos o las casas de acogida normalmente no están adaptadas para movilidad reducida. 

Algunas organizaciones, como ocurre en Aragón, están facilitando formación especializada dirigida a funcionarios, trabajadores sociales y otros profesionales, que está teniendo muy buena acogida, esperemos que el efecto multiplicador mejore la atención específica que necesitamos las mujeres con discapacidad.

Una de cada cuatro mujeres con discapacidad manifiesta haber vivido algún tipo de violencia

Sufrir discriminación multifactorial, sobreprotección y/o infantilismo sitúa a las mujeres con discapacidad en una situación de mayor vulnerabilidad y como potenciales víctimas de violencia. ¿De qué datos se disponen al respecto? ¿Qué tipos de violencia suelen sufrir más las mujeres con discapacidad? 

En Aragón, a día de hoy, no disponemos de datos sobre violencia en mujeres con discapacidad, por lo que voy a referirme a los datos de la macroencuesta estatal sobre violencia de género hacia las mujeres con discapacidad y a la encuesta realizada por CEMUDIS. Hay que partir de que la desigualdad es la base de la violencia, que en el caso de las mujeres con discapacidad está mucho más acentuada y por lo tanto nuestra situación es más proclive para ser víctimas de violencia y también es muchísimo más difícil para nosotras salir de ese círculo.

Una de cada cuatro mujeres con discapacidad manifiesta haber vivido algún tipo de violencia. Cuanto mayor nivel de estudios presenta la mujer, menor es el porcentaje de violencias experimentadas. También las mujeres desempleadas viven en mayor porcentaje situaciones de violencia (33.9%). Si atendemos al tipo de violencia, la más común es la psicológica representado hasta un 79,2%, seguida de la física con un 50,1% y por la sexual con un 24,0%. 

Si atendemos al tipo de discapacidad, son las mujeres con discapacidad psicosocial las que viven más situaciones de violencias, un 43,2% seguidas de las que tienen discapacidad intelectual que representan un 27,8%. A medida que aumenta el grado de discapacidad, lo hace también el porcentaje de violencias. Prevalecen con un 40,9% las violencias llevadas a cabo por parejas, seguida de aquellas que ejercen los familiares con un 31,6%.

Sí que me gustaría dejar claro que nosotras defendemos el concepto de violencia contra la mujer frente al de violencia de género, que se limita a la ejercida por quienes hayan sido o sean pareja de la mujer. Hay que considerar también formas de violencia contra la mujer la esterilización forzosa y el aborto coercitivo, prácticas que suelen darse con mucha frecuencia, principalmente en el caso de las mujeres con discapacidad intelectual.

¿Qué puede hacer el resto de la sociedad ante este tipo de situaciones?

Puede hacer mucho. Es la sociedad la que generalmente discrimina y excluye del sistema a las mujeres con discapacidad que no se identifican como ciudadanas de pleno derecho. Otro aspecto a tener en cuenta es la falta de credibilidad que suele darse a los testimonios de las mujeres con discapacidad, principalmente, en los casos de mujeres con discapacidad psicosocial o intelectual. 

Las mujeres con discapacidad suelen tener mayores dificultades para detectar que están viviendo situaciones de violencias y es que, además de que estas violencias están más normalizadas en la sociedad, existe una importante falta de redes sociales que las mantiene aisladas, menos acceso a la información y a los medios de comunicación, así como al conocimiento de los recursos para salir de las situaciones de violencia.

¿Y desde la Administración?

Vemos la necesidad dadas las circunstancias, de que no solo tenemos que trabajar desde las diferentes entidades si no que tenemos que hacer que la Administración tome consciencia de cuál es la situación de las mujeres con discapacidad, y ese ha sido otra de nuestras tareas en los últimos años. 

Hemos insistido mucho en que sea cual sea la forma en la que la mujer con discapacidad comience el procedimiento para denunciar una situación de violencia, bien a través de la denuncia policial o bien por medio de los servicios médicos o sociales se indique que tiene discapacidad y de qué tipo, en primer lugar para que podamos contar con datos reales en los que se tenga en cuenta la discapacidad para poder reflejar cual es nuestra situación, visibilizarla y poner medidas, pero también para que se derive a la mujer de forma correcta a los servicios oportunos y se busquen los recursos necesarios de comunicación, pues en varias ocasiones nos hemos encontrado con que a una mujer sorda que denuncia una situación de violencia se la llama por teléfono. 

De aquí surgió también que pidiésemos que exista una vía de denuncia que no fuese telefónica si no a través de un servicio de mensajería instantánea. Estas necesidades han quedado expuestas, al igual que la de agilizar el trámite de solicitud de intérpretes de lengua de signos, que ya estaba contemplada pero no funcionaba como sería deseable o la importancia de dar credibilidad al testimonio de las mujeres con discapacidad, principalmente en los casos de enfermedad mental, cuyo testimonio se llega a cuestionar incluso por los propios profesionales.

 Hay que considerar también formas de violencia contra la mujer la esterilización forzosa y el aborto coercitivo, prácticas que suelen darse con mucha frecuencia, principalmente en el caso de las mujeres con discapacidad intelectual

¿Tienen recursos para ayudar a las víctimas en Dfa?

En Dfa colaboramos activamente con Amanixer, ya que estamos convencidos de que la representatividad de las mujeres con discapacidad la debemos de ejercer nosotras mismas. Junto con un grupo de grandísimas mujeres, trabajamos en el empoderamiento de las mujeres con discapacidad para poder insertarnos plenamente en la sociedad, pues la desigualdad es la base de la violencia.

Es fundamental que nos formemos, que accedamos al empleo y que dispongamos de independencia económica, ya que esto nos hará más libres e independientes y, por lo tanto, menos vulnerables a la hora de ser víctimas de violencia. Y, sobre todo, defendemos que los recursos públicos sean accesibles, no queremos crear recursos de mujeres con discapacidad exclusivos, ante todo somos mujeres y queremos que los recursos previstos en caso de violencia sean accesibles universalmente, que los recursos de denuncia sean accesibles, así como recursos sanitarios, reivindicamos la accesibilidad universal en todos los recursos.

¿Cuáles son los retos más inmediatos para Dfa?

Hay que trabajar en orientación con las personas con discapacidad, sobre todo con gente que nos ha sobrevenido la discapacidad desde pequeños, que es fundamental, y después gente que vienen de mayores, y especialmente con las familias, para que no haya una sobreprotección y estimular a la formación y a que sean autónomos de por sí. 

Hay que ayudar a que se empoderen tanto las mujeres como los hombres con discapacidad. Pensar que el trabajo te lo ganas con tu trabajo y socializar y salir también es muy importante. Por supuesto seguiremos reclamando una accesibilidad de todo, recursos y servicios, sin olvidar cultura, ocio y transporte que son los aspectos que menos han avanzado.

¿De qué manera pueden colaborar nuestros lectores con Dfa?

Hay diferentes maneras. Como persona física, una de ellas es a través del voluntariado. Otra manera es mediante la tarjeta de colaborador o colaboradora ‘Somos Dfa’, con la cual se puede acceder a descuentos en comercios de Aragón adheridos y se contribuye a desarrollar nuestros proyectos, a la prestación de servicios dirigidos a las personas con discapacidad y, sobre todo, a que vivamos en una sociedad más inclusiva, más empática y, en definitiva, a tener una sociedad mejor. 

También pueden colaborar las empresas de diferentes formas: contratando nuestros servicios, colaborando con algún proyecto, anunciándose con nosotros, ofreciendo beneficios o voluntariado a sus trabajadores, etc.

Redacción AEA. L L M 

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