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¿Podrá la subida de tipos de interés con la inflación?

El rincón del asesor

Pilar Barcelona
Delegada territorial de EFPA España en Aragón

Durante muchos años, los bancos centrales han llevado una política de tipos de interés muy expansiva, dotando al sistema de una gran liquidez, lo que se ha traducido en mantener los tipos de interés negativos o cercanos a cero. En julio de este año se produjo la primera subida de tipos en Europa siguiendo a la Reserva Federal americana que ya lo había hecho meses antes.

Se rompe así una tendencia y se empieza a normalizar una situación absolutamente anómala, que favorecía a las economías, familias y empresas endeudas, perjudicando por el contrario a los ahorradores, especialmente a los que han tenido un perfil más conservador. Pero, ¿qué hay distinto esta ocasión con respecto a las veces anteriores? Fundamentalmente, que este proceso de subida de tipos se está produciendo en un entorno de menor crecimiento o, peor aún, ante la amenaza de una anunciada crisis. Ahí topamos con el gran problema al que nos enfrentamos, el solapamiento de una muy alta inflación y un estancamiento económico, lo que llamamos estanflación.

Los tipos de interés son una de las herramientas más importantes con las que cuentan los bancos centrales para hacer frente a la inflación, que se ha disparado en el último año, llegando a niveles muy cercanos al 10%, situación que no se veía en algunos países como España desde hace 40 años.

Lo habitual es que la inflación suba ante un calentamiento de la economía que se produce cuando ésta crece a muy buen ritmo, el consumo está disparado y los niveles de empleo a la vez que los salarios, son altos. Hablamos de una subida de precios por exceso de demanda. Sin embargo, en esta ocasión, la inflación que tenemos es más compleja ya que se ha originado en buena parte por desajustes entre la oferta y la demanda. Los cuellos de botella generados durante la pandemia, la escasez de energía originada por la guerra de Ucrania y la falta de semiconductores, son ejemplos muy claros.

Estas alzas de los tipos podrían ser efectivas para la parte de inflación que se produce por un exceso de demanda y que, tras años de pandemia en los que el ahorro ha crecido y el consumo ha sido muy comedido, nos hemos lanzado a gastar como si no hubiera un mañana. Sin embargo, ya hay voces que comentan que la subida de tipos no resolverá la inflación, al tratarse de una inflación de oferta. Y pueden tener razón, porque la subida de tipos no es ni mucho menos la única receta para combatirla. Incluso podría ser contraproducente, si penaliza la inversión, que es necesaria para resolver los cuellos de botella que se han generado en la oferta, los casos de la energía o de los semiconductores mencionados.

Por lo que respecta a los niveles hasta dónde puede llegar la inflación, en Estados Unidos podemos ver cierto techo en la inflación general, pero no en la subyacente donde vemos que se mantiene la presión. El fondo es más negativo en Europa, con la inflación en máximos, con un shock energético, con un invierno por delante con riesgo de racionamiento del consumo ante una amenaza del corte de suministro ruso. En este contexto, en más difícil saber dónde está el techo y cuando va a empezar a bajar. En ambos casos va a durar más tiempo de lo previsto y va a costar volver al objetivo del 2%.

El mensaje de los Bancos Centrales está siendo muy duro en cuanto a las subidas de tipos, especialmente en Estados Unidos, pero no se puede perder la vista que los tipos altos, durante más tiempo, desembocarán en mayor daño cíclico. Deben cuidar ese equilibrio para que la subida de los tipos sea suficiente para combatir la inflación, sin penalizar la inversión, y monitorizando el riesgo de entrar en una profunda recesión.

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