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ESPACIO NOVO. El diseño como modo de vida

Todo empieza con la palabra diseño. Porque precisamente el diseño es el alma de Espacio Novo, un lugar en el que profesionales de distintas disciplinas (diseño gráfico, diseño industrial, comunicación, arquitectura, marketing digital) se han reunido para ofrecer al cliente distintos servicios bajo un mismo paraguas: la antigua carbonería de Calle La Cadena. Que hoy es uno de los estudios de diseño más bonitos de Zaragoza. Porque el lugar en el que trabaja el equipo de Espacio Novo es reflejo de las posibilidades que puede ofrecer.

En Novo se respira diseño, creatividad y trabajo en equipo. Ana Bendicho, directora creativa de Estudio Novo, define su manera de trabajar: “Somos lo suficientemente flexibles como para abordar proyectos globales, porque trabajamos en equipo y además contamos con colaboradores que amplifican nuestras posibilidades: fotógrafos, ilustradores, animadores… Desarrollamos proyectos cada uno en nuestra especialidad, con nuestra propia marca, pero si sumamos, somos formidables”. 

Bendicho lleva treinta años en el mundo del diseño en Zaragoza, fue una de las primeras diseñadoras industriales de Aragón y hoy es un referente en este mundo por lo longevo y diverso de su trayectoria. Ella es el alma de Espacio Novo, y a su lado está Patricia Peralta, que lleva 18 años con ella. 

Lo que más le gusta es el diseño de packaging, la imagen corporativa y la maquetación de publicaciones. Explica que su trabajo ha evolucionado porque “antes se trabajaba con análisis más extensos, pero ahora hay menos tiempo y más oficio, más experiencia. El ojo visual se ha adaptado. Además, el diseño hoy se entiende mejor, cuando empezamos muchos clientes no sabían qué hacíamos. Ahora el cliente está más concienciado, pero también quiere más y mejor. Ese es nuestro reto”. 

Se muestra orgullosa de su trabajo en el packaging de Funghipack, de su trabajo en Divertoys (“me encantó ir a la playa y ver por todas partes las mochilas, los cubos de playa…” y, entre los últimos trabajos, recuerda la campaña de la feria del libro de 2021, que se pudo contemplar en toda Zaragoza y en multitud de soportes.

Wenceslao Sanahuja es diseñador industrial con marca propia, AMDesarrollo. “Soy un diseñador muy resolutivo, me muevo bien en todos los campos. Mi fuerza en cada proyecto está en las fases iniciales. De mi paso por la empresa privada aprendí a buscar la viabilidad de mis diseños. Aprendí a diseñar para poder fabricar y luego vender. Digamos que imagino el producto, pero de manera realista. Porque hay cosas que no se pueden hacer por presupuesto o por falta de tecnología del cliente”. 

Sanahuja considera que su trabajo es clave para la empresa, “porque ella arriesga lo que estoy pensando yo”. El proyecto que más orgullo le produce, todavía ahora, es el de la primera silla que diseñó cuando estudiaba en Valencia. “Vengo de familia de carpinteros y fue mi primer proyecto de diseño, que además se fabricó. Para mí es un trabajo muy especial”. Hoy, con muchos años de profesión a la espalda, se muestra orgulloso de trabajos como las camas para UCI que desarrolla para Pardo, o un dispositivo para preservar órganos hasta que se trasplantan.

Raúl Llagüerri, diseñador industrial (“lo reivindico frente al término de diseñador de producto, porque la parte industrial es fundamental para un buen diseño”) cuenta que su punto fuerte es la comunicación con el cliente. “Me pongo en su situación, me convierto en el ‘te lo soluciono’. Me involucro mucho, mi principal interés es que el cliente se quede contento y me vuelva a llamar”. 

Entre sus éxitos están la caldera que diseñó para BioCurve “mi primer proyecto grande como freelance, que además me consiguió el premio internacional German Design Award 2018. Le metí muchas ganas, mucho empeño”.

Insiste en reivindicar su perfil de diseñador industrial. “Soy muy consciente de las características y de las capacidades del cliente. Renegar del término ‘industrial’ para convertirlo en ‘de producto’ es como huir de planos, ajustes… Yo diseño adaptando el producto al cliente y sus recursos. No diseño un Mercedes para Dacia, no sé si me explico…”.

Pilar Ruiz es arquitecta, y reivindica la ilusión a la hora de afrontar los proyectos para sus clientes. “Los mejores proyectos son aquellos en los que hay comunicación fluida, un intento por conseguir que a través del trabajo el cliente vea satisfechas sus expectativas, pero también que se le sumen otras que ni se había imaginado. Lo veo como un trabajo conjunto entre cliente y arquitecto para construir un sueño”.

El proyecto al que más cariño guarda es la reproducción a escala 1-1 con piedras sacadas de una era de la planta de su casa del pueblo. Lo sorprendente es que lo hizo con siete años, “es mi primer proyecto de vivienda. Todavía recuerdo situarme en el centro de cada habitación y ver alrededor el paisaje que me rodeaba. Había construido algo. Me sentía maravillosamente y no se me ha olvidado”.

Marian Rebolledo lleva treinta años ejerciendo como periodista, pero en el último año ha descubierto las posibilidades de la comunicación aplicada al diseño. “Aprendo cada día, pero trabajar en un sitio en el que todos los profesionales son tan creativos, y el propio local es tan espectacular, hacen que se junte talento, sensibilidades diferentes, y que se abran posibilidades nuevas para los clientes. Hemos innovado en nuestras propuestas comunicativas, mis compañeros me han sumado muchísimo y yo les he dado un servicio que complementa su trabajo. Ahora podemos ofrecer al cliente que viene a Espacio Novo el recorrido 360 grados: desde una mera idea o concepto, hasta su puesta en el mercado y su comunicación personalizada. Y últimamente estamos trabajando productos culturales: exposiciones, libros, audiovisuales…”. 

Rebolledo está orgullosa, sobre todo, de las exposiciones urbanas que Ana Bendicho y ella han llevado a cabo en este último año, como la de los 30 años de El Periódico de Aragón o la del último 8-M para el IAM.

El espacio no es menos protagonista. Es una antigua carbonería, en el centro de la ciudad, restaurada por Ana Bendicho “a mi manera, con muchos espacios abiertos con luz natural y plantas; un lugar donde trabajar se convierte en una aventura de las que se disfruta. Me gustó el local porque contaba una historia. Aquí conviven varios edificios de diferentes épocas: la bodega y la entrada, con vigas de madera, data del siglo XVII y la zona central con sus columnas de hierro es del siglo XIX, de época industrial”. 

Hoy, Novo es un espacio abierto donde la comunicación fluye, un lugar dónde las paredes no son un límite porque no existen, donde todos los profesionales que forman parte de Espacio Novo trabajan al mismo nivel de calidad y entusiasmo.

Artículo publicado en el número de septiembre de Actualidad de las empresas aragonesas

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