Vacunas frente a SARS-CoV-2: una competencia encarnizada
Profesor Titular de la Facultad de Veterinaria, Universidad de Zaragoza
http://winepi.net/covid19.htm
Hace apenas un año, cuando se declaró la pandemia de Covid-19, se inició una desenfrenada carrera para desarrollar una vacuna efectiva que dio sus frutos a finales de 2020 con la autorización de emergencia de las primeras vacunas: primero BioNTech/Pfizer y luego Oxford/AstraZeneca. Nunca en la historia se había logrado obtener una vacuna en tan poco tiempo (menos de un año).
Esto fue posible gracias a tres factores: la existencia de estudios previos sobre vacunas frente a otros coronavirus (SARS y MERS), los grandes avances científicos e industriales en el campo de la biotecnología y una inversión sin precedentes para acelerar la realización de los estudios correspondientes a las fases clínicas de evaluación de las vacunas.
Sin duda la formación de alianzas ha sido un elemento fundamental, y hemos visto como pequeñas empresas biotecnológicas y universidades han desarrollado las vacunas y las grandes empresas farmacéuticas han financiado y coordinado los ensayos clínicos, para posteriormente encargarse de la fabricación y distribución del producto final.
Si ya era difícil conseguir una vacuna efectiva en tan corto plazo de tiempo, la gran sorpresa ha sido que se ha logrado utilizando tecnologías muy diferentes
En el momento de escribir estas líneas hay seis vacunas en el mercado mundial y unas cuantas más se encuentran próximas a su comercialización. Por ahora hay demanda para todas ellas, pero dentro de unos meses la oferta superará a la demanda, y entonces entrarán en juego otros factores a tener en cuenta que decidirán las vacunas “ganadoras”.
Si ya era difícil conseguir una vacuna efectiva en tan corto plazo de tiempo, la gran sorpresa ha sido que se ha logrado utilizando tecnologías muy diferentes: desde el enfoque clásico de las vacunas inactivadas (como la china de SinoVac Biotech) hasta las revolucionarias vacunas basadas en ARN mensajero (las vacunas mRNA de BioNTech/Pfizer, Moderna y próximamente Curevac), pasando por vacunas vectorizadas en virus recombinantes (la de Oxford/AstraZeneca y la rusa Sputnik V del Instituto Gamaleya) o de subunidades (Novavax).
Esto implica que estamos ante productos de características muy diferentes. En primer lugar, la efectividad varía entre el 60 y 95%, lo que seguramente será un criterio importante a la hora de elegir cuando haya oferta suficiente de vacunas. Otros criterios sanitarios a tener en cuenta son la ausencia de efectos adversos graves y la protección frente a las nuevas variantes virales que están apareciendo.
Ninguna vacuna reúne todas esas características ideales, así que cada empresa buscará la combinación óptima para lograr triunfar en este complicado mercado
Sin embargo, también hay que considerar otros factores no sanitarios como el precio (entre 1,5 y 30€ la dosis), las necesidades logísticas (algunas vacunas necesitan ser transportadas y conservadas a temperatura extremadamente bajas mientras que otras vacunas se conservan a temperatura ambiente), la facilidad de administración (vacunas monodosis frente a vacunas que necesitan dos inoculaciones, y en un futuro próximo las vacunas de administración intranasal), la capacidad de producción y el cumplimiento de los plazos de entrega.
En este escenario va a ser muy compleja la toma de decisiones por parte de las autoridades sanitarias sobre las vacunas más adecuadas una vez que pasen los primeros meses de escasez de vacunas. Lo deseable sería una vacuna efectiva, barata, fácil de transportar, conservar y administrar, sin efectos adversos graves, aplicable a personas de cualquier edad, sin necesidad de dosis de recuerdo anuales y sin problemas de suministro. Ninguna vacuna reúne todas esas características ideales, así que cada empresa buscará la combinación óptima para lograr triunfar en este complicado mercado.
Artículo incluido en la edición en papel de la revista Actualidad de las Empresas Aragonesas de abril de 2021
