Más allá de las fronteras
FEDERICO ABIZANDA
Fundación Seminario de Investigación para la Paz
Si lo primero que le ha venido a la mente al leer el título de esta sección es la imagen de Pepe Domingo Castaño, lamento comunicarle que tiene usted más años que un árbol: la cifra de 300 millones no hace referencia a ningún programa de televisión sino al número de migrantes internacionales que hay en el mundo, son concretamente 304 millones las personas que viven en un país distinto del que nacieron.
¿Y eso… es mucho… o es poco?
Para averiguarlo hay que cotejar ese dato con algo.
Si comparamos 304 millones con la población de España o de Aragón, evidentemente es mogollón.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que en el planeta vivimos más de 8.000 millones de personas, las personas migrantes sólo representan el 3,7% de la población mundial. Y eso es muy poco. Y muy sorprendente.
Además, si seguimos tomando el porcentaje de la población mundial como referencia, comprobamos que la migración es un fenómeno extraordinariamente estable en las últimas décadas: representaba el 2,3% de la población en 1970 y en 1980; el 2,9% en 1990; el 2,8% en 2000; el 3,2% en 2010 y el 3,6% en 2020.
Frente al apocalipsis que algunos tratan de vendernos, la realidad es que las cifras no revelan un crecimiento exponencial en los últimos 50 años
Frente al apocalipsis que algunos tratan de vendernos, la realidad es que las cifras no revelan un crecimiento exponencial en los últimos 50 años, ni mucho menos. Nada que pueda resultar alarmante, en cualquier caso.
Como las cosas también se entienden según se expresan, vamos a decirlo de otra forma para verlo con otros ojos: que haya 304 millones de migrantes significa que, en el mundo, de cada 100 personas, 96 viven en el país en el que nacieron.
Y de las 4 personas restantes que sí han migrado, 2 permanecen en otro país de su misma región de origen y las otras 2 se han ido a otro continente.
Uno se pregunta entonces si las migraciones no ocupan un espacio desproporcionado en el debate político, social y mediático internacional.
Las migraciones son un fenómeno tan antiguo como el mundo y desde los años 50 del siglo XX apenas han cambiado cuatro cosas.
Primero que, gracias a los avances tecnológicos en la comunicación y la información, tenemos conciencia total de la globalización y de lo que sucede en tiempo real en cualquier lugar.
Segundo, que por primera vez desde el siglo XV, el origen de las migraciones ya no es sólo Europa.
Tercero, que las migraciones son un fenómeno global donde todos los países son a la vez origen, destino y lugar de tránsito de personas.
Y, por último, que ha cambiado el sentido de los flujos y que los tradicionales emisores europeos ahora reciben migrantes. Las migraciones nunca fueron un problema cuando los que pululaban por el mundo eran los europeos.
La gran paradoja es que vivimos hoy una de las épocas de menor movimiento de la historia de la Humanidad a pesar de que nunca fue tan fácil desplazarse.
A mis abuelos les podía costar día y medio venir en carro del pueblo a Zaragoza mientras que yo puedo comprar un billete de avión a Londres por apenas 30 euros y llegaré a mi destino en dos horas y media.
Como hemos empezado esta sección haciendo referencia a un concurso, terminemos con la pregunta del millón: a la vista de los números ¿por qué los niveles de migración son tan bajos a pesar de las enormes brechas de riqueza, desigualdad, población, poder o acceso a derechos que existen entre territorios?
A ver si resulta que no hacemos las preguntas correctas y que el mayor desafío del siglo XXI no va a ser la migración sino la inmovilidad.
