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Antón Castro: “El lector busca buenas historias que le conmuevan, le entretengan y le hagan reír”

Antón Castro
Periodista y escritor, ganador del Premio de las Letras Aragonesas

Antón Castro (Arteixo, A Coruña, 1959) es periodista, escritor y figura clave de la cultura aragonesa. Dirige desde 2002 el suplemento Artes & Letras del Heraldo de Aragón, ha presentado programas como Borradores en Aragón TV, y ha recibido múltiples reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo Cultural 2013, el José Antonio Labordeta de Comunicación 2020, el Pilar Narvión 2022, y el Premio de las Letras Aragonesas 2024. Su novela Cariñena ha inspirado la película Cariñena, vino del mar, estrenada este año.

Querríamos comenzar dándole la enhorabuena por el Premio de las Letras Aragonesas. ¿Qué significa para usted recibir este galardón “ex aequo” junto a José Luis Melero, y cómo lo vivió personalmente?

Es una inmensa satisfacción: trabajo, desde distintos medios, sobre las letras aragonesas desde 1987, el galardón lo han logrado autores incontestables, desde Eloy Fernández Clemente y Ana María Navales a Manuel Vilas, Agustín Sánchez Vidal o Irene Vallejo, y casi una veintena de nombres más. Y obtenerlo con Pepe Melero, con quien hemos tenido en muchas cosas vidas paralelas, me ha producido una sensación tan gozosa como inesperada. Me gustaría mucho que Aragón contase con un edificio, un buen Centro del Libro, con todos los libros, documentos y fotografías y manuscritos de los autores que han logrado el premio. Y debería hacerse algo más: el premio de las Letras Aragonesas no puede reducirse a un acto en el museo Pablo Serrano: hay que poner a los autores en contacto con los lectores, con los niños, etc.

Dirige Artes & Letras desde 2002, en Heraldo de Aragón, y ha coordinado otros suplementos en medios aragoneses. ¿Cuál ha sido su mayor reto en toda su trayectoria de implicación cultural?

Dar cabida a todo el mundo (y eso supone abrir la puerta a voces nuevas de la crítica y la creación), mantener el equilibrio, realizar apuestas distintas cada semana e intentar ser un escaparate de lo fascinante que ha sucedido en los últimos treinta años y sigue sucediendo.

¿Qué le aportó su experiencia en programas como Borradores o Sin cobertura para su visión como mediador cultural?  

Fueron dos regalos maravillosos. Borradores realizó 280 programas con un equipo y ofreció más de 2.000 reportajes y entrevistas. La televisión es un medio fascinante, y todo lo que hemos vivido ahí ha sido como dos o tres cursos universitarios de máxima intensidad. Y Sin cobertura me sirvió para conocer mucho mejor el mundo rural y trabajar con Javier Calvo y su gente. Redescubrimos un Aragón fascinante, olvidado, pero que es capaz de rebelarse y de usar la imaginación para sobrevivir.

¿Cuál es su rutina de lectura: ¿Cómo y cuándo lee? ¿Qué le gusta leer por ocio?

Leo en cualquier circunstancia, en casa, en los bares, durante la comida, en el trabajo y, sobre todo, en casa. Soy caótico y tiendo a la dispersión. Disfruto con casi todo, y es raro el día que no le hinco el diente a un poemario nuevo o a una colección de cuentos. Hay muchas novedades interesantes, pero de las cosas que más me gustan es dar una vuelta por los estantes y hallar libros pequeños como ‘Fuegos’ de Marguerite Yourcenar o ‘La última frase’ de Camila Cañeque.

Usted abarca géneros muy diversos —poesía, narrativa, literatura infantil—. ¿Cómo transita entre ellos sin perder su voz original y qué disfruta de cada uno de ellos?

Con naturalidad. Y además de manera muy intuitiva. Los libros van creciendo a la vez que las sensaciones de la vida. Conoces algo o a alguien, viajas por tu memoria, descubres un cuento o a un autor, y de ahí salen muchas cosas. La poesía es lo más intuitivo: tiendo a hacer una lírica narrativa que nace del azar, pero en el fondo soy un contador de historias.

‘Periferias del deseo’ (Pregunta, 2025) es un libro de relatos gestado en una década. ¿Cómo surgió y qué temas esenciales quería trabajar en él?

Es un libro que nació hace quince años cuando escribí ‘El fotógrafo de Lastanosa’, que propone un viaje en el tiempo de un fotógrafo actual. Y luego fue creciendo con ‘Cuento ruso’, la historia de amor de Pauline Viardot-García e Ivan Turgueniev. Me di cuenta de que quería contar muchas historias en torno al deseo, la pasión, el amor y el desamor, en distintos países y ciudades, no solo de España, sino del mundo: Lima, Buenos Aires, Moscú… Y también quería medirme en relatos de distinta extensión e intención.

‘En el centro del jardín’ (Olifante, 2024) ha sido uno de sus últimos poemarios. ¿Qué resonancias biográficas o simbólicas encierra?

Por ahora es mi último poemario publicado. Es un libro creo que muy unitario donde se funden tres elementos claves: la imaginación, la memoria y el amor. En realidad, es como una historia de amor que empieza y culmina con el poema que da título al libro, pero en medio hay como puertas o estancias donde suceden muchas cosas: viajes a la infancia, sueños, citas en la Arcadia, homenajes, historias familiares y algunos cantos a mujeres inolvidables.

Su novela ‘Cariñena’ (Pregunta Ediciones) y el poemario ‘Vino del mar’ (Olifante) se fusionan en la película ‘Cariñena, vino del mar’. ¿Cómo vivió el proceso de adaptación y qué sentía siendo parte del coloquio del estreno?  

He estado al tanto de la evolución del texto y he asistido a la película con gratitud, deslumbramiento y fascinación, y con la sensación de que era yo (mi vida, mis emociones, mi inseguridad) y a la vez otro el joven que salía en la pantalla.

¿Qué significa para usted que su obra, inspirada en su experiencia en Cariñena, haya cobrado vida en cine y narrativa?

Un motivo inmenso de satisfacción. En el fondo, me ha hecho ver algo que siempre he intuido: aquella experiencia fue determinante y Cariñena es uno de los paraísos de mi formación. Y me ha gustado mucho la intención de Javier Calvo: una experiencia personal, en apariencia nada excepcional, se convierte en una historia universal: la de cualquier joven que quiere crecer, aprender y encontrar su lugar en el mundo, y también en el amor, ese veneno gozoso que evoluciona en espiral…

Usted afirmó que no cambió “ni una sola coma” del guion, y lo describió “como si hubieran soñado mi vida”. ¿Cómo fue esa relación creativa con el cineasta?  

Con Javier Calvo Torrecilla hemos viajado mucho y hemos conversado de todo. De nosotros, de su familia, de su padre muerto, de cine. Y cuando decidió llevar al cine la novela, quería saber más cosas de mí. Incluso un día me dijo: “Hay algo que no me cuadra en tu historia. Creo que no me cuentas toda la verdad. Más que la objeción de conciencia, creo que la razón de que vinieras a Zaragoza fue una chica”. Tuvo esa intuición y al final confirmó que sí, que existió una chica de la que me enamoré por carta. Y eso, de algún modo, lo tenía en la cabeza.

¿Qué observa sobre el interés del público por la literatura actual y el pasado regional?

Hay un interés absoluto por la literatura contemporánea de Aragón: hay lectores, clubs de lectura, encuentros con los autores, y estamos viviendo un momento maravilloso con nombres, y son muchos más, hay una generación nueva que llama a la puerta con calidad y energía (Sara Barquinero, Sergio Royo, Clara Mendívil, Paula Figols, Laura Latorre...), como Martínez de Pisón, Soledad Puértolas, Conget, Sergio del Molino, Cristina Grande, Patricia Esteban, Irene Vallejo, Javier Sebastián, Fernando Sanmartín, Manuel Vilas, Ángel Guinda, Félix Teira, Julio José Ordovás, Miguel Mena, Magdalena Lasala, José Giménez Corbatón, Marta Borraz, Ismael Grasa, ¿dónde paramos? Y un autor como Ramón J. Sender, por citar un ejemplo incontestable, sigue estando ahí: se reedita, se relee. Uno de los fenómenos más importantes que ha habido en Aragón en los últimos años ha sido que la literatura aragonesa interesa, se lee, se traduce…, que contamos con buenas editoriales y librerías, con ciclos literarios, etc.

¿Qué cree que busca hoy el lector en Aragón y cómo cree que su trabajo contribuye a articular esa relación entre autores y público?

Cada lector es un mundo con su personalidad y sus gustos. El lector busca buenas historias que le conmuevan, que le entretengan y que le hagan reír. Historias con buenos personajes, con el contexto narrativo más rico posible y una escritura ágil y de calidad. Y mi trabajo consiste, como lo de otros espléndidos profesionales, en ayudar a dar visibilidad a proyectos y autores que son de interés.

¿Qué legado le gustaría dejar como escritor, periodista cultural y voz de Aragón?

No he pensado en ello. Me gusta ir haciendo camino al andar y de vez en cuando volver la vista atrás para ver los árboles en los que te has cobijado. Me gusta ser un testigo apasionado de la obra ajena y sentir que tengo muchos e inspirados compañeros de viaje.

¿Qué le gustaría añadir?

Que Aragón es tierra de acogida y allá donde he vivido (Zaragoza, Camarena de la Sierra, Urrea de Gaén, Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Garrapinillos) he estado muy a gusto. Y que allá donde he ido he encontrado un sinfín de historias y personajes con los que me identificado. Me gustaría mucho que Aragón contase con un edificio, un buen Centro del Libro, con todos los libros, documentos y fotografías, manuscritos y recuerdos de los autores que han logrado el premio.

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