Derecho de Internet Opinión

RRSS y adicción: la trampa invisible

Derecho de internet y nuevas tecnologías

Susana Pastor Embi
Directora de Marketing y responsable de ATREVS “INTÉRPRETES DIGITALES”

susana.pastor@atreuslegaldigital.es

Despiertas y lo primero que haces es revisar el teléfono. Pasan minutos, luego una hora. No recuerdas en qué momento perdiste el control, pero estuviste inmerso en un bucle de videos, publicaciones y notificaciones. No es casualidad. Es diseño.

Las RRSS están estructuradas para capturar nuestra atención a cualquier costo. Se valen de la neurociencia, explotan la dopamina y transforman nuestra corteza prefrontal en un campo de batalla donde la voluntad lucha contra la gratificación instantánea. Mientras cedemos, ellas recopilan datos, nos perfilan y nos convierten en productos para anunciantes. La línea entre la adicción digital y la explotación comercial es cada vez más difusa.

Pero ¿conocemos las consecuencias reales de esta dependencia digital en nuestra salud mental y autonomía? ¿Existen mecanismos legales para frenar esta manipulación?

Las RRSS aplican principios del neuromarketing y la neuroplasticidad para moldear hábitos de consumo y mantenernos enganchados. Cada scroll activa el circuito de recompensa, liberando dopamina, la misma sustancia que interviene en el juego, las drogas y el sexo. La variabilidad de la recompensa refuerza la adicción: nunca sabemos cuándo aparecerá un contenido que nos guste, lo que nos impulsa a seguir explorando. Esto no solo consume nuestro tiempo, sino que también reduce la capacidad de concentración y afecta la toma de decisiones.

Detrás de cada clic, una red de algoritmos recopila información sobre nosotros: lo que nos gusta, lo que ignoramos, lo que nos emociona o nos enfurece. Todo se convierte en datos comercializables. Empresas como Meta y TikTok almacenan miles de millones de registros para ofrecer publicidad hipersegmentada. ¿Y la IA…?

El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en Europa intenta limitar esta recolección abusiva, pero las técnicas de manipulación son cada vez más sofisticadas. La microsegmentación psicológica, los dark patterns y el rastreo en segundo plano son estrategias que explotan nuestras vulnerabilidades sin que seamos plenamente conscientes.

El Derecho Digital debe evolucionar para responder a estas amenazas. Se requieren regulaciones más estrictas y sanciones más duras. Es necesario establecer límites al tiempo de uso en menores, eliminar algoritmos que premian la polarización y garantizar mayor control sobre la privacidad y el uso de datos personales.

A nivel individual, la neuroplasticidad nos da una ventaja: podemos reprogramar el cerebro. Establecer horarios fijos de uso, desactivar notificaciones innecesarias y priorizar interacciones reales son pasos clave. No se trata de rechazar la tecnología, sino de usarla con conciencia.

Os preguntaréis cómo, gestionando RRSS, puedo ser tan crítica con sus efectos en la salud mental y la privacidad digital. Precisamente porque conozco sus mecanismos desde dentro. No se trata de demonizar las redes, sino de usarlas con ética y responsabilidad. Mi enfoque profesional no busca fomentar la adicción, sino ayudar a marcas y profesionales a construir comunidades auténticas con contenido de valor. Delegar la gestión en alguien que comprende estos riesgos y trabaja con ética es apostar por una estrategia digital alineada con el bienestar de la audiencia y la reputación de la empresa. Desconecta para conectar.

 

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