Cepyme Zaragoza Opinión

La siniestralidad laboral es cosa de todos

María Jesús Lorente Ocáriz

Presidenta de ZEPYME

Asumir la responsabilidad de representar a miles de pequeñas y medianas empresas en Aragón conlleva, entre muchas otras tareas, la obligación moral de alzar la voz cuando la vida de las personas trabajadoras se ve amenazada. Hablar de siniestralidad laboral no es un ejercicio estadístico ni un trámite administrativo: es hablar de vidas truncadas, de familias rotas y de comunidades que quedan marcadas para siempre por un suceso evitable.

En los últimos tres años, Aragón ha vivido un goteo constante de accidentes mortales en el trabajo. Los datos lo reflejan con crudeza: 33 fallecimientos en 2023, 28 en 2024 y 24 en lo que llevamos de 2025.

Las causas son variadas, aunque se repiten con inquietante regularidad: infartos y patologías no traumáticas, accidentes de tráfico in itinere o en misión, y aplastamientos derivados de la actividad laboral. En otras palabras, hablamos de situaciones que podrían haberse prevenido con hábitos saludables, con protocolos claros, con planificación y, sobre todo, con una cultura de la prevención mucho más sólida y extendida.

La máxima que quiero subrayar es sencilla, pero contundente: la siniestralidad laboral es cosa de todos. No es un problema que deba cargar únicamente la empresa, ni tampoco puede recaer de forma exclusiva sobre las espaldas de la administración pública. Tampoco el trabajador individual puede ni debe asumirlo en solitario. La siniestralidad laboral es un desafío colectivo que exige respuestas compartidas.

Las pymes, que representan más del 95 % del tejido empresarial de Aragón, son espacios donde se generan oportunidades, innovación y empleo. Son también, inevitablemente, escenarios donde se concentran riesgos que deben ser gestionados con rigor y compromiso.

Desde CEPYME Aragón hemos reclamado un Plan de Acción Integral contra la Siniestralidad Laboral, que debe nacer del consenso de todos los agentes sociales y del compromiso decidido del Gobierno autonómico

Las empresas debemos liderar este cambio cultural desde dentro, con una doble convicción: la de que la prevención es una responsabilidad ética y la de que constituye una herramienta estratégica. El compromiso con la seguridad debe impregnar cada decisión empresarial, desde la organización de los turnos de trabajo hasta la elección de la flota de vehículos, pasando por la formación continua en buenas prácticas.

Pero este esfuerzo empresarial, aun siendo imprescindible, no basta por sí solo. Necesitamos la implicación de las administraciones públicas para que las políticas de prevención estén bien financiadas, para que las inspecciones laborales tengan medios suficientes y para que se desarrollen planes específicos en sectores especialmente expuestos, como el transporte o la construcción. Del mismo modo, los sindicatos deben reforzar su papel de interlocutores responsables, contribuyendo a generar un clima de diálogo social donde la seguridad esté por encima de cualquier diferencia.

Y también la sociedad en su conjunto tiene un papel que desempeñar. Porque la cultura de la prevención comienza en las aulas, continúa en la carretera y se consolida en los centros de trabajo. Necesitamos campañas educativas que enseñen desde la infancia que la seguridad no es una imposición, sino un valor. Requerimos un cambio cultural que nos lleve a considerar natural el respeto de las normas, el uso de los equipos de protección, la atención a la salud física y mental.

No hay fórmulas mágicas, pero sí hay caminos claros. Desde CEPYME Aragón hemos reclamado un Plan de Acción Integral contra la Siniestralidad Laboral, que debe nacer del consenso de todos los agentes sociales y del compromiso decidido del Gobierno autonómico. Este plan debe incluir medidas específicas contra los accidentes de tráfico laborales, refuerzo de la vigilancia de la salud y protocolos claros frente a infartos o patologías súbitas, además de asesoramiento especializado para las pymes y formación práctica que llegue realmente a cada puesto de trabajo.

La responsabilidad es compartida. Las empresas debemos liderar con el ejemplo, los poderes públicos deben garantizar recursos y acompañamiento, los sindicatos deben implicarse con propuestas constructivas, y los trabajadores deben participar activamente en la construcción de entornos seguros. Cada accidente laboral es un fracaso colectivo, y por tanto, cada vida salvada será una victoria de todos.

Por eso, hoy más que nunca, quiero reiterar esta convicción: la siniestralidad laboral es cosa de todos

 

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