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Cristina Mayor (IRB Barcelona): «En España sigue sin haber una apuesta clara por la investigación»

Cristina Mayor
Jefa de laboratorio en el IRB Barcelona

El 11 de febrero es el Día Internacional  de la Mujer y la Niña en la Ciencia y, para celebrar este día, hemos querido entrevistar a Cristina Mayor, jefa del laboratorio de ‘Degradación dirigida de proteínas y descubrimiento de fármacos’ en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB Barcelona)

Háblenos brevemente de su trayectoria profesional.

Tras terminar Bachillerato en el Instituto Medina Albaida de mi querida Zaragoza, estudié la Licenciatura de Biotecnología en Salamanca. En 2012 hice un Máster en Biomedicina en la Universidad Autónoma de Madrid, para empezar después mi Doctorado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO, Madrid), en el grupo del Dr. Óscar Fernández-Capetillo. 

Mi Tesis doctoral se centró en estudiar nuevos mecanismos de resistencia a las terapias contra el cáncer. Durante esos preciosos años en el CNIO, también me gradué en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED. Tras defender mi Tesis doctoral, en 2018 empecé mi posdoctorado en Viena en el Centro de Medicina Molecular (CeMM) con el Dr. Georg Winter. Allí me formé en biología química. 

En 2021, me uní el IRB como Investigadora Principal del grupo de ‘’Degradación dirigida de proteínas y descubrimiento de fármacos’.

Tras menos de tres años de postdoc en Viena, en 2021 volvió a España. ¿Cómo llegó al laboratorio del IRB en Barcelona?

El IRB Barcelona abrió un proceso de selección internacional para reclutar a un nuevo jefe de laboratorio en el área de la biología química. 

Aunque llevaba menos de dos años en Viena como investigadora postdoctoral, decidí aplicar. 

Me invitaron a la fase de entrevistas, recuerdo que yo estaba contentísima ya con ese logro. ¡Imagina cómo me sentí cuando me ofrecieron unirme al IRB como jefa de mi propio laboratorio! Un sueño hecho realidad, ¡y en uno de los mejores centros de Europa!

¿Cómo fue la vuelta a España? ¿Qué diferencias encuentra entre ambos países en lo relativo a la investigación?

La vuelta a España fue dura por la situación COVID. El primer año del laboratorio estuvo marcado por los retrasos en la llegada de equipos, los contagios, etc. Pero a pesar de la pandemia, empezar a formar el grupo y “aterrizar” en el IRB fue una etapa preciosa. Las mayores diferencias entre Austria y España las he encontrado en el apoyo político que se brinda a la investigación. Austria invierte mucho más en ciencia.

Usted es jefa del laboratorio de ‘Degradación dirigida de proteínas y descubrimiento de fármacos’, ¿podría hablarnos brevemente de su equipo?

Actualmente está compuesto por 4 postdocs, 4 estudiantes de Tesis, 2 técnicos de laboratorio, y una estudiante de máster. Por el tipo de investigación que realizamos, somos un equipo muy multidisciplinar, con perfiles de biología molecular, química y bioinformática.

Actualmente llevan a cabo el proyecto TrickE3 gracias a ayuda de 1.5 millones de euros que le otorgó el año pasado el Consejo Europeo de Investigación. ¿Cuál es el objetivo de este proyecto?

El proyecto TrickE3 se centra en el desarrollo y descubrimiento sistemático de un tipo muy novedoso de fármacos: los “degradadores monovalentes”. Esta técnica permite destruir dianas terapéuticas que antes se consideraban inaccesibles con los fármacos tradicionales. Aunque aplicables a muchas enfermedades, el proyecto se centra en degradadores útiles contra el cáncer de páncreas.

¿Qué son fármacos degradadores y cómo ayudarían en el tratamiento de diversos tipos de cáncer?

Los fármacos degradadores son aquellos que consiguen destruir proteínas con interés terapéutico, por ejemplo, aquellas relevantes para la existencia de un tumor. Tienen un mecanismo de acción doble: los degradadores se pueden unir a una proteína maligna y, a su vez, reclutar a la maquinaria celular natural de degradación proteica (las E3 ligasas) para eliminarla. Los degradadores del tipo “monovalente” (formados por una sola pieza) son los que más nos interesan ya que tienen propiedades fisicoquímicas muy deseables, lo que facilita su llegada a la clínica.

¿Qué es lo que más disfruta de dedicarse a la investigación científica?

Me apasiona entender los mecanismos moleculares del cáncer, e intentar aplicar ese conocimiento al desarrollo de fármacos. Soy científica porque hay tantas cosas que no entendemos todavía… Defensora a ultranza de la investigación básica. Ampliar el conocimiento es la base para cualquier avance en biomedicina. 

¿Y lo más complejo?

Quizá lo más complejo es hacerse a la idea de que la mayoría de los miembros de tu equipo están de paso. A diferencia de muchas empresas, un laboratorio suele ser un lugar temporal de formación científica. Los estudiantes, tras hacer su tesis doctoral, se marcharán. Los postdocs también están durante un tiempo y después siguen su carrera en otros lugares. Me encanta el equipo que tengo, ¡será duro ir viéndoles volar del nido!

¿Cómo valora la situación de la investigación y de los investigadores en España? ¿A qué limitaciones y dificultades se enfrentan?

Soy muy consciente de que la situación de mi grupo es privilegiada, el IRB cuenta con muchos recursos que otras instituciones no tienen. Pero en general, creo que en España sigue sin haber una apuesta clara por la investigación. La ciencia no entra en la agenda política, se sigue aplicando una visión cortoplacista. Un indicador claro es el porcentaje del PIB que se destina a investigación en España: 1,4%. Muy por debajo de, por ejemplo, Austria (3,2%). 

Sin las fundaciones privadas o las ayudas europeas, investigar en España es casi utópico. Cuando comento con colegas científicos de otros países ciertos detalles de cómo funcionan las cosas aquí, no se lo creen: no hay un calendario de convocatorias de financiación estable, las fechas de resolución de ayudas y becas nacionales no se respetan, etc. Otro tema que a mí personalmente me desespera es la enorme cantidad de burocracia enraizada en muchos de los procesos. El tiempo es limitado, ¡preferimos utilizarlo en investigar!

Con motivo del 11F, ¿cómo animaría a las niñas y chicas jóvenes a optar por estudiar carreras STEM?

Les diría que, si les apasiona desentrañar los misterios de nuestras células, de las enfermedades, de los animales, del universo, hacer cohetes, barcos… ¡A por ello! Las carreras STEM son para todos y todas. Hay muchas mujeres que estudian y han estudiado carreras STEM y ahora se dedican a ello. 

Con motivo del 11F suelo participar en una iniciativa de ASEICA (la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer) que se llama ‘CONÓCELAS’, en la que cientos de científicas dan charlas en coles e institutos de toda España. Hay un lema que usamos ese día, dirigido a todas las niñas (y niños), que me encanta: “Si yo puedo, tú puedes”. Pues eso, ¡a por ello!

¿Cómo decidió usted dedicarse a la ciencia?

Yo era una niña muy inquieta y curiosa, siempre haciendo deporte y devorando libros. Me encantaba la mitología griega y egipcia, así que durante años pensé que de mayor sería arqueóloga (¡O jugadora de basket!). Todo cambió en el instituto, cuando empezamos a hablar de biología celular y molecular. 

Quería entender cómo funcionan nuestras células, por qué surgen enfermedades como el cáncer cuando no funcionan correctamente y cómo podemos ayudar a solucionarlo con medicamentos. 

Me fascinaban todas esas incógnitas, y bueno, decidí que quería ser científica. De hecho, creo que soy científica, literalmente, porque hay muchas cosas que no entiendo… todavía.

REDACCIÓN AEA (LLM)

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