Hablemos de economía Opinión

Estudiar la sociedad para darle respuesta

Antonio Morlanes Remiro

PRESIDENTE DE ARAGONEX

aragonex@aragonex.com · www.aragonex.com

La economía no es la respuesta a los acontecimientos que van a suceder. La palabra previsión es la percha de donde se cuelgan las predicciones que se hacen en esa relación y, por lo general, no es fácil que se acierte, más bien, en el mejor de los casos, se producen algunas aproximaciones que suelen responder a aquellas cuestiones que cualquiera podría pronosticar con la misma facilidad. 

Hoy en día los meteorólogos pronostican con mayor certeza y aun así lo hacen a corto plazo, pero si volvemos a la economía debo manifestar que son tantos los elementos que tienen incidencia en ella, que es muy difícil que el diagnóstico los tenga a todos en cuenta. El mejor ejemplo ha sido esta pandemia, ¿quién en el 2019 concibió el 2020 tal y como ha sucedido? Sin ninguna duda, nadie.

Pero todo esto no tiene demasiada importancia, pues lo que en planificación económica se presenta para el futuro no deja rastro cuando llega el momento pronosticado, en todo caso los únicos que hacen algún uso de ello son los políticos, que lo utilizan como arma arrojadiza de unos contra otros, pero no como un efectivo análisis de lo acontecido y, por supuesto, sin razonar el por qué se han producido las desviaciones correspondientes. 

La coyuntura económica tiene gran valor en una circunstancia de dar fe del momento en el que se está viviendo, pero no de las expectativas futuras.  Sirva como ejemplo cercano la previsión económica realizada por el Banco de España, aunque solo me voy a referir a la cercana: en septiembre, nuestro banco central, afirmó que el PIB para 2023 en España iba a tener un incremento del 2%, sin embargo, en diciembre ha rectificado y ha dicho que este sería del 3,9%, 1,9 puntos más, lo que en un año normal y sin ningún tipo de incidencias daríamos como un porcentaje  bueno, pero basta decir que las diferentes previsiones que se hacen no pagan peaje cuando el tiempo las contradice.

Otro buen ejemplo nos lo muestra lo que hemos conocido como BREXIT, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Se presentó a los británicos como la panacea a todos los males que estaban sufriendo, es decir, ocultaron a sus ciudadanos una crisis internacional, en especial financiera que luego derivó hasta en el modelo de sociedad, me refiero a la del 2008 y lo vendieron bien: enseñaron la puerta y la pusieron de colores, pero no les dijeron que una vez abierta los problemas aparecerían uno tras otro, y esto es lo que están viendo y sufriendo ahora.

Y es que vivimos en un mundo globalizado. No voy a insistir en cómo las fronteras no dejan de ser otra cosa que artificiales cortapisas para el desarrollo de la vida de las personas, que tienen su base económica en la condición de posesión territorial que ostentaban los nobles, y que estos espacios no significan lo mismo en la actualidad. 

Por eso cuando en Cataluña algunos de sus líderes sociales y políticos reivindican la independencia, las preguntas que debería hacerse el catalán medio son, ¿en qué me incide esa condición?, ¿cómo va a cambiar mi vida?, ¿va a ser favorable para mi trabajo y mi familia? En el mejor de los casos la única respuesta será que se va a quedar como estaba. 

Pero otra cuestión sería si se produjese esa independencia, ¿quién iba a pedir respuesta de esa CATAXIT?, ¿a los que la habían promovido? Tampoco nadie, lo que probablemente suceda es que cada uno se las deba apañar como pueda.

Pero lo cierto es que existen grupos de interés que necesitan la falta de controles y que los que haya sean a su medida. Es por esto por lo que las grandes fortunas hacen sus estrategias financieras para que los impuestos tengan un carácter solo dirigido a las clases medias, sin embargo, los que las poseen (las grandes fortunas) necesitan vivir en países desarrollados, pues les aportan todo tipo de garantías y comodidades para su vida personal. Ellos no van a instalarse en lugares del tercer mundo donde se carece de lo mínimo para la supervivencia.

También sucede que su potencialidad financiera les permite que la competencia de los mercados se derive hacia la exclusividad de sus multinacionales capacitándoles con ello para presionar a los gobiernos y con ello girar la economía hacia sus condiciones. 

Ya en alguna ocasión me he referido a cómo estas grandes estructuras empresariales, en gran medida, se sustentan a través del esfuerzo poco natural de las PYMES, que no solo les aportan la productividad, además lo hacen con las condiciones no negociables que les imponen: la financiación a coste cero, pues se les paga, sus servicios y bienes, solo una vez que han cobrado ellos. 

Y como nos confirman los datos oficiales, su aportación a los presupuestos públicos es de ingeniería financiera, es decir, bastante menos de lo que sería justo.

Toda oportunidad que se ofrece a las PYMES termina siendo aprovechada por las grandes estructuras financieras del país. El instrumento de avales que puso el ICO como garantía para la financiación de estas terminó siendo, en gran medida, la fórmula de garantizarse los bancos la morosidad que se les podía producir, por tanto, la capacidad crediticia para sostener la economía en esta crisis quedó diluida por este mal uso.

Y es tal el despropósito que sucede en momentos de crisis que para potenciar la competitividad en los mercados la principal medida es la rebaja de los salarios, de esta forma los costes disminuyen, pero también con ello se produce un desequilibrio con respecto al coste de la vida, es decir, la desigualdad social y económica aumenta de manera exponencial. Y puede suceder que trabajadores con pleno empleo se sientan en un tramo de población pobre, y que con su salario no puedan mantener una forma mínima de vida.

Y es que por dedicar demasiado análisis a la macroeconomía no entendemos lo que sucede en la calle. Y es ahí donde está la vida cotidiana, donde los ciudadanos tienen cara y ojos, donde están las alegrías y tristezas, los sueños y los desengaños, donde, en definitiva, está la realidad, el lugar donde ese concepto del patriotismo toma todo el vigor de lo que debe ser: que los ciudadanos tengan la oportunidad de que su vida sea la que desean y se esfuercen por ella. Entendemos que está bien tener una bandera, incluso un himno sin letra, pero eso no hace país ni sociedad.

Por tanto, la pregunta a todo esto sería, ¿por qué ningún gobierno se atreve a plantear un modelo de sociedad que pueda ser aceptado por los ciudadanos? Quizás porque es más cómodo poner parches a las situaciones y así ir dando tiempo al tiempo, que es como conducirnos a ningún lado. 

Debemos estudiar lo que ha venido sucediendo y, en base a esa experiencia, dibujar un nuevo escenario con mejores oportunidades para todos, porque además de una igualdad aceptable, también nos producirá el bienestar personal que da la solidaridad.

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