Según los últimos estudios, la obra, que habría sido realizada entre su viaje a Italia y el traslado a Madrid, evidencia el estilo de un Goya joven que demuestra plena madurez artística en una pintura que, por su técnica y composición, recuerda a las pinturas murales de La Cartuja de Aula Dei en Zaragoza (1772-1774).
Con toda probabilidad, se trataría de un cuadro realizado para un oratorio privado, ejecutado desde un punto de vista bajo, puesto que la pintura iría colocada a cierta altura. No obstante, las últimas investigaciones apuntan a que podría tratarse de un modelo para una pintura de altar de Aula Dei en Zaragoza.
El tema representado es la Virgen María con sus padres y el Espíritu Santo y se resuelve con una marcada composición triangular, cuyo eje está centrado por la paloma, que irradia haces de luz sobre la figura de María y cuyos lados se forman con los cuerpos de San Joaquín y Santa Ana.