Creemos que la siesta es un invento español, pero no es verdad, parece que desde la antigüedad más remota ya se dormía. El nombre procede de los romanos, que denominaban “sestear” al descanso en la hora sexta, hacia el mediodía.
Y tampoco es algo que hagamos solo en España, hay muchos más países que se declaran aficionados a dormir después de comer, como Canadá, donde uno de cada tres habitantes confiesa practicar la siesta, o Alemania, donde casi uno de cada cuatro confesó su adicción. Mientras que casi dos de cada diez italianos e ingleses se echan después de comer.
Hoy en día, las empresas más modernas instalan áreas para que sus empleados puedan descansar cuando lo necesiten. En Japón, por ejemplo, está bien visto dormir una siesta a la vista de todos, ya sea en el transporte público o en la sede de trabajo, porque eso es señal de que uno trabaja mucho. Entre los chinos, con horarios por encima de todo convenio laboral, la siesta es imprescindible para seguir rindiendo.
¿Y los españoles? Una reciente encuesta llevada a cabo entre sus clientes por www.thyssenkrupp-homesolutions.es, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, desveló que en 2019 el 33 % de los españoles durmió la siesta todos los días y que el 42 % solo tuvo tiempo para esta práctica los fines de semana. Una práctica que ha aumentado con la pandemia en 2020 hasta el 47 % a diario y el 55 % los fines de semana.
Si hiciéramos caso de nuestro reloj biológico, dormiríamos hasta tres siestas al día, es decir, cada cuatro horas podríamos echarnos un rato… siempre que pudiéramos permitírnoslo. Sin llegar a tanto, está comprobado que unas ocho horas después de despertar se produce un aumento de la somnolencia de forma natural.
Cada uno tiene su reloj biológico y mientras hay quien jamás duerme la siesta, otros no la perdonan. También los hay que prefieren echarse una cabezadita antes de comer, a media mañana o tras el desayuno, esa que llaman siesta del cordero, del carnero, del borrego, del salsero… o canóniga, que en cada pueblo tiene su denominación de origen.
Se han realizado numerosos estudios sobre la relación de la siesta con algunas enfermedades. Aunque no hay hada concluyente, sí parece probado que dormir la siesta habitualmente se asocia a un menor riesgo de cardiopatía isquémica, especialmente en varones. También que resulta beneficiosa para el desempeño, la memoria y la concentración. Las siestas pueden mejorar el rendimiento cognitivo de los adultos mayores y mejorar hasta cinco veces la memoria.
Pero casi todo lo anterior puede dejar de tener efecto si la siesta dura más de lo debido. Un descanso diurno demasiado prolongado (más de una hora) hace que se entre en una fase de sueño profundo, de la que cuesta más despertar; de ahí que algunas personas se muestren malhumoradas, aturdidas y desorientadas tras una larga siesta. Se llama inercia del sueño.
Por ello el rango recomendable está entre 10 minutos y una hora, aunque la mayoría de expertos recomiendan que la siesta dure alrededor de 20 a 30 minutos es lo mejor para aumentar el estado de alerta y el rendimiento mental sin interferir con el sueño nocturno.
Esto es solo para adultos mayores, no para niños ni adolescentes, que pueden dormir bastante más. De todas formas, lo mejor es respetar los ritmos individuales. Igual que unos tienen suficiente con dormir cinco horas por la noche mientras que otros necesitan nueve, la duración de la siesta debe adaptarse al cada reloj biológico.
Hay a quien no le gusta nada, quien no consigue relajarse y quien, si se duerme, ya no se despierta en tres horas. Cada uno sabe qué le sienta bien y qué le apetece, aunque conviene recordar que la siesta está contraindicada cuando existen problemas de insomnio; en estos casos hay que limitarla a 10 minutos o evitarla.
Además, la somnolencia durante el día debe ser motivo de consulta con el médico. Podría deberse a algún medicamento, a la suma de varios, a un trastorno del sueño o a un problema médico o psicológico. La soledad y el deterioro cognitivo pueden hacer que se duerman abundantes y prolongadas siestas.
Para ser un verdadero profesional de la siesta los expertos recomiendan seguir estos consejos para dormirla:
Leandro Palomo, Responsable de Salud y Seguridad de Thyssenkrupp Home Solutions explica: “Creemos que una de las razones más importantes para dormir la siesta es, simplemente, por gusto. Si a uno le apetece y puede permitírselo, ¿por qué no? Para muchas personas la siesta constituye uno de los pequeños placeres de cada día, y de eso se nutre la felicidad y la alegría de vivir. Pero, además, está demostrado que si se hace correctamente influye positivamente en nuestra salud, sobre todo en la de las personas más mayores, por ello, desde thyssenkrupp Home Solutions hemos querido dar las claves que hay que saber para echarse la siesta.”
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