Gustavo Rodríguez: “Cuando terminé de escribir ‘Mamita’, sentí que había cumplido una misión”
El autor peruano presenta esta novela cargada de humor, ternura y memoria, escrita como un homenaje a su madre y al legado emocional de toda una generación
Sabemos que Mamita tiene mucho de tu historia personal. ¿Qué hizo que te decidieses a convertir esta experiencia en una novela?
Creo que la culpa. Desde niño mi abuela y mi madre me han contado una gran historia y, siendo escritor, nunca la había precipitado en una entrega concreta. Además, sabiendo que mi madre se aproxima al fin de sus días, de ahí nació la urgencia, de plasmar estas historias antes de que, quien las sembró, se vaya y se difuminen como polen amazónico.
¿Qué fue lo más difícil de escribir la Mamita?
Creo que lo más difícil fue ser crítico con mi pasado familiar sin dejar de ser cariñoso con mi madre para que no resintiera ese desfase, es decir, encontrar el tono adecuado.
Y hubo también una parte liberadora al escribir la novela.
Totalmente. Cuando terminé de escribir esta historia, sentí que había cumplido una misión. Hay que tener en cuenta que son más de 50 años escuchando estas historias mitificadas, exageradas algunas veces. Si yo fuera panadero habría hecho pan y se lo hubiera entregado a mi madre, pero yo sé hacer historias y me sentía mal de no entregarle ese “pan” a mi madre, a mi familia, a mis hijas y, por extensión, a los lectores. Cuando por fin terminé de escribir la novela me sentí más ligero.
Lo más difícil fue ser crítico con mi pasado familiar sin dejar de ser cariñoso con mi madre
La mamá de la historia no es perfecta, pero uno acaba queriéndola igual. ¿Querías romper con esa idea de la “madre ideal» que muchas veces se tiene?
No quería romper a propósito con esa imagen. Contra lo que más peleo cuando construyo a mis personajes es contra la chatura (planitud, monotonía). El ser humano es poliédrico por naturaleza; no puede ser totalmente bondadoso, totalmente malvado, tiene que tener aristas contradictorias muchas veces. Desde ese punto de vista, tratar el personaje de mi madre con ese tipo de contradicciones era lo más natural, no me desvivió ese tema.
La novela toca temas duros como la vejez, el abandono, la pobreza… pero también tiene mucho humor. ¿Cómo logras ese equilibrio?
Respirando desde pequeñito. Yo era un niño tímido, poco peleador, mal deportista en un entorno muy machista, y felizmente encontré en el humor una herramienta para ir sobrellevando la situación socialmente. Creo que mis compañeros en la escuela me perdonaron la vida muchas veces por mi sentido del humor. Lo he ido usando siempre, en la vida real, en mi cotidianidad y cuando escribo literatura me sale de forma natural. Esto es algo de lo que me alegro mucho; es una fortuna que el humor venga en mi ayuda cuando escribo porque de esa manera atempero mi cursilería. Las cosas ya no me salen tan cursileras porque el humor negro, y a veces el humor tierno, entran a equilibrar las cosas.
Hay muchas frases, recuerdos y detalles del pasado que van apareciendo poco a poco. ¿Cómo fue construir esa historia desde lo que la protagonista recuerda o cree recordar?
Fue natural porque los escritores de ficción tienen a la memoria como principal insumo. Quítale a un escritor sus recuerdos y le quitas su oficio. Por fortuna esta es una novela que se basa en todo lo que he podido recordar, pero también los agujeros o las brechas se llenan con lo que he podido investigar y también inventar. Al final con las novelas pasa lo que nos pasa a nosotros como seres humanos, nunca sabemos exactamente qué es real o no de todo lo que recordamos.
¿Cómo fue escribir a una protagonista mayor, con una voz tan distinta a la tuya? ¿Te costó meterte en su cabeza?
No especialmente. Ya tengo décadas ejercitándome en el acto de practicar la empatía para entender a mis personajes. Me gusta el ejercicio de la ficción y de la construcción de personajes porque implica ponerse en los zapatos de alguien hasta el fondo. Si tienes esa esa actitud y, a su vez, has sido un gran observador a lo largo de tu vida, no debería ser muy complicado lograrlo.
Los capítulos son cortos y van al grano. ¿Por qué elegiste ese formato?
Probablemente tenga que ver con que me gusta dar postales de vida. Entregar estampas de vida al lector en vez de pinturas de gran formato. Quizá eso también se deba a que gran parte de mi educación sentimental proviene de los libros, pero otra gran porción proviene de la cultura popular, de la cultura audiovisual, de lo musical. Otra cosa que hago en mis novelas últimamente es no numerar los capítulos. Creo que tiene que ver con que la vida no se nos presenta enumerando los capítulos. Trato de emular nuestras tragicomedias diarias en la forma que se nos presentan inesperadamente.
Es una fortuna que el humor venga en mi ayuda cuando escribo porque de esa manera atempero mi cursilería
¿Cómo ha reaccionado la gente a esta historia? ¿Te ha sorprendido algo de lo que te han dicho lectores o lectoras?
Yo contaba con que los lectores pudiesen conmoverse con una historia familiar contada desde las tripas o maravillarse con lo curioso que fue la época del caucho en la Amazonía. Pero una cosa que sí me ha sorprendido es con qué avidez o con qué interés se consumen las partes de reflexión literaria que tiene la novela. Es como si muchos lectores quisieran conocer cuál es la trastienda de un escritor cuando trabaja. Es algo en lo que yo no pensé cuando me propuse escribir la novela y que ha terminado añadiéndole un interés adicional.
¿Qué te dijo tu madre al leer Mamita?
Reaccionó bastante bien, por fortuna. Se la entregué encuadernada con letra grande como para pasar un examen y, de todo lo que he escrito es, definitivamente, lo que más le ha gustado.
¿Dirías que esa fue la parte más dura del proceso de escribir el libro? Me refiero, ¿qué te resultó más difícil: escribirlo en sí o imaginar cómo iba a reaccionar tu madre?
En definitiva, creo que lo que pueda pueda opinar mi madre. Todos somos pequeñitos que queremos la aprobación de nuestros padres
Si alguien no ha leído Mamita, ¿cómo le describirías el libro en una sola frase?
Creo que es un libro que les va a permitir contrastar la historia de la familia de un escritor como yo con su propia historia familiar, a través de la ternura y el humor.
Redacción AEA /// JZ