Almudena Anadón: “El mercado vitivinícola actual está lleno de propuestas, pero cada vez más consumidores buscan autenticidad, verdad y raíces” – Copy
ALMUDENA ANADÓN
PRESIDENTA DE LA D.O. CALATAYUD
Almudena Anadón asume la presidencia de la D.O.P. Calatayud con un reto claro: consolidar la identidad de sus vinos en un mercado global competitivo. Con pasión por la garnacha de altura y compromiso con la sostenibilidad, busca proyectar la autenticidad del territorio y reforzar la unión del sector.
Recientemente ha sido elegida presidenta del Consejo Regulador. ¿Qué sintió en ese momento y cuál considera que será su primer gran reto al frente de la D.O.P. Calatayud?
Recibir la confianza del sector para asumir la presidencia ha sido un momento de gran responsabilidad y, al mismo tiempo, de profundo orgullo. La Denominación de Origen Protegida Calatayud es mucho más que un sello en una etiqueta: es la representación de cientos de viticultores y bodegas que trabajan cada día para que nuestros vinos estén entre los más reconocidos. En ese instante sentí el peso de la historia y, a la vez, la ilusión de iniciar una nueva etapa.
Mi primer gran reto es consolidar la identidad de nuestros vinos en un contexto de gran competencia. No basta con producir vinos de enorme calidad, que ya lo hacemos; debemos lograr que esa calidad y singularidad lleguen al consumidor, que la conozca, la valore y la elija. Y esto pasa por reforzar nuestra estrategia de comunicación, por abrir nuevas vías de comercialización y por seguir defendiendo el papel de nuestros viticultores, que son el verdadero corazón de la Denominación.
Usted ha afirmado que cree en la singularidad de los vinos de Calatayud. ¿Cómo piensa trasladar esa singularidad a los consumidores nacionales e internacionales?
Nuestros vinos son únicos porque nacen de unas condiciones extremas: viñedos en altitud, suelos pobres y viñas viejas de garnacha que resisten al clima con un esfuerzo admirable. Esa combinación da como resultado vinos frescos, intensos, llenos de personalidad. El reto es contar bien esta historia.
Queremos transmitir esa singularidad a través de campañas claras y emocionales, apoyándonos en prescriptores, en sumilleres y en ferias internacionales, pero también mediante experiencias directas con el consumidor. Cada copa de Calatayud debe hablar por sí misma: queremos que quien la pruebe perciba no solo un vino, sino el paisaje, la tradición y la autenticidad de nuestra tierra.
La tradición vitivinícola de Calatayud se remonta al siglo II a. C. ¿Cómo se puede hacer que esta historia milenaria se perciba como un valor añadido en los mercados actuales?
El mercado actual está lleno de propuestas, pero cada vez más consumidores buscan autenticidad, verdad y raíces. Nuestra historia milenaria es un activo diferencial que debemos poner en valor. No se trata solo de decir que llevamos más de dos mil años cultivando la vid, sino de mostrar cómo ese legado sigue vivo: en las viñas viejas, en las formas de cultivo respetuosas, en el conocimiento transmitido de generación en generación.
La tradición no es un eslogan, es un aval. Nos da credibilidad y aporta un relato único que conecta con quienes buscan vinos con alma, vinos que transmiten algo más que una cata técnica. Ese patrimonio histórico es, en realidad, una herramienta de marketing muy poderosa si sabemos comunicarla de manera atractiva y cercana.
Nuestros vinos son únicos porque nacen de unas condiciones extremas: viñedos en altitud, suelos pobres y viñas viejas de garnacha que resisten al clima con un esfuerzo admirable
La garnacha es la variedad autóctona y distintiva de la zona. ¿Qué cualidades cree que hacen única a la garnacha de Calatayud frente a la de otras denominaciones de origen?
La garnacha de Calatayud tiene una personalidad propia e irrepetible. La altitud, muchas veces superior a los 900 metros, confiere frescura y equilibrio a los vinos. Los suelos, con gran presencia de pizarras y arcillas, aportan mineralidad y concentración. Y la edad de nuestras viñas, algunas con más de 70 años, permite obtener uvas de enorme calidad y carácter.
El resultado son vinos que combinan potencia y finura, intensidad aromática y frescura en boca. Frente a otras garnachas, la de Calatayud destaca por esa tensión entre la fuerza de la tierra y la elegancia que proporciona la altitud. Son vinos con nervio, con autenticidad, capaces de sorprender a cualquier paladar.
Las bodegas ya han adoptado medidas de eficiencia energética y reducción de impacto ambiental. ¿Qué nuevas líneas de acción prevé impulsar en el ámbito de la sostenibilidad?
La sostenibilidad no puede ser un añadido, debe formar parte del ADN de la Denominación. Vamos a seguir apostando por energías renovables, por el uso responsable del agua y por prácticas agrícolas respetuosas con el entorno. Pero además queremos ir más allá: trabajar en proyectos de economía circular, potenciar la biodiversidad en nuestros viñedos y dar visibilidad a la importancia de mantener vivas las viñas viejas, que son también un patrimonio medioambiental.
La sostenibilidad es, además, un valor que cada vez más consumidores tienen en cuenta al elegir un vino. Queremos que quien compre una botella de Calatayud sepa que detrás hay un compromiso real con la tierra y con el futuro.
¿Qué estrategias considera prioritarias para consolidar y ampliar la presencia de los vinos de Calatayud en mercados internacionales?
La exportación ha sido y seguirá siendo clave para la D.O.P. Calatayud. Debemos consolidar nuestra presencia en los mercados en los que ya somos fuertes y, al mismo tiempo, abrir nuevas oportunidades en países donde el consumidor busca vinos auténticos y con historia.
La estrategia pasa por reforzar la presencia en ferias de referencia, por trabajar de la mano con importadores y distribuidores especializados, y por apostar por acciones promocionales que muestren el valor añadido de nuestra garnacha de altura. No queremos que se nos perciba solo como una alternativa más, sino como una denominación con carácter propio y diferencial.
El territorio y la singularidad del paisaje son parte de la identidad de la D.O.P. ¿Qué papel cree que debe jugar el enoturismo en la promoción de la denominación?
El enoturismo es una herramienta extraordinaria para dar a conocer nuestra identidad. Cuando alguien visita nuestros viñedos, conversa con los viticultores o recorre una bodega, entiende de inmediato por qué nuestros vinos son como son. Esa vivencia crea un vínculo emocional muy difícil de lograr de otra manera.
Desde el Consejo Regulador queremos potenciar experiencias enoturísticas conjuntas, en colaboración con bodegas, hostelería y ayuntamientos. El objetivo es que visitar Calatayud no sea solo degustar un vino, sino vivir una experiencia completa que combine patrimonio, gastronomía, naturaleza y, por supuesto, nuestras garnachas.
Más de 800 viticultores trabajan en la D.O.P. ¿Cómo piensa reforzar el vínculo entre bodegas, viticultores y Consejo Regulador para potenciar todavía más la calidad de los vinos?
El Consejo Regulador debe ser un punto de encuentro y un espacio de unión. Mi compromiso es escuchar, dialogar y construir proyectos comunes que repercutan en todo el sector. Eso pasa por mejorar la comunicación interna, por ofrecer formación y asesoramiento, y por implicar a los viticultores en la toma de decisiones estratégicas.
La calidad de nuestros vinos depende del trabajo en el campo, pero también de la confianza y la cohesión de todos los que formamos parte de la Denominación. Reforzar ese vínculo es esencial para seguir creciendo con fuerza y con solidez.
Si imaginamos la D.O.P. Calatayud dentro de diez años, ¿cómo le gustaría que se hablara de sus vinos y de la labor del Consejo Regulador bajo su presidencia?
Me gustaría que dentro de diez años se hable de Calatayud como una denominación reconocida a nivel internacional por la excelencia de sus garnachas de altura, por la autenticidad de su territorio y por su compromiso con la sostenibilidad.
Y me gustaría que se recuerde al Consejo Regulador como una institución cercana, dinámica y capaz de unir a todo el sector en un mismo proyecto. Que se diga que bajo esta presidencia supimos reforzar la calidad, abrir nuevos mercados y dar prestigio a un territorio que tiene todo para estar entre los grandes del vino español e internacional.
Redacción AEA
