MARKETING & DISEÑO DE VIAJES Y EVENTOS
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Viajar debería ser un placer. Una aventura que comienza mucho antes de subir al avión. Pero lo cierto es que a veces, por descuidos mínimos, un viaje soñado puede transformarse en una auténtica pesadilla.
No hablo de hoteles regulares ni de playas llenas de sombrillas, sino de esos errores técnicos que parecen poca cosa… hasta que te dejan bloqueado en la puerta de embarque.
Es increíble la cantidad de viajeros que ignoran esta norma: muchos países exigen que tu pasaporte tenga al menos seis meses de vigencia antes de caducar.
Y no solo eso: debe contar con un mínimo de dos páginas en blanco.
Lo peor es que a veces una página suelta, una esquina levantada o un pasaporte que se mojó y perdió la tinta pueden bastar para que un agente fronterizo te diga con frialdad: «Lo siento, no puede entrar».
Un error habitual es ir con prisas.
Los aeropuertos, créeme, son imprevisibles. Colas eternas, revisiones de seguridad más lentas de lo normal o pasillos que parecen diseñados por un corredor de maratones.
La Terminal 4 de Madrid, por ejemplo, es capaz de sorprender a cualquiera: entre facturación y puerta de embarque puedes caminar media hora con la sensación de que nunca llegas. Una vez vi a una familia entera corriendo como si participaran en los 100 metros lisos, maletas rebotando, niños llorando. Lo peor: llegaron con el vuelo cerrado.
Viajar con margen de tiempo no es ser exagerado, es viajar con elegancia.
(Y ya que hablamos de tiempos: otro día os contaré por qué siempre soy el último en embarcar. Parece una incongruencia, pero no lo es).
Nunca hay que confiarse con los visados. Algunos se tramitan online en minutos, sí, pero otros pueden tardar varios días.
En un viaje a India, vi como una pareja que pensó que todo era tan sencillo como comprar el billete. Cuando llegaron al mostrador en Barajas y la aerolínea les pidió el visado, se quedaron blancos: no lo tenían.
Resultado: perdieron el vuelo y empezaron sus vacaciones con mal pie. No hay nada menos glamuroso que empezar un viaje peleando con burocracias a contrarreloj.
En algunos países, sobre todo en África exigen el certificado de vacunación contra la fiebre amarilla.
Es un simple cartoncito amarillo que pesa menos que una tarjeta de embarque, pero sin él no viajas.
Ignorar temporadas de lluvias, huracanes o temperaturas extremas puede transformar una experiencia soñada en un desafío logístico y de confort.
El viaje perfecto comienza con la previsión de estos pequeños detalles.
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