Opinión Seguridad Ciudadana

“Volver a nacer”. La historia de un policía nacional que regresó al servicio tras superar un tumor cerebral

Seguridad Ciudadana

Hace justo un año, a Sergio Ruiz le diagnosticaron un tumor cerebral. El golpe fue tan inesperado como devastador. Sin embargo, hoy vuelve a ponerse su uniforme azul, con la misma vocación de servicio que ha guiado toda su carrera en la Policía Nacional. Pero esta vez, con una misión distinta. Quiere dar las gracias a quienes cuidaron de él.

Sergio fue operado en el Hospital Universitario Miguel Servet, en Zaragoza. Allí comenzó un largo camino, con momentos de incertidumbre, miedo y esperanza. A lo largo de este proceso, no estuvo solo, estuvo rodeado de profesionales de la sanidad que, con una dedicación y humanidad extraordinarias, no solo cuidaron de su cuerpo, sino también de su ánimo.

Hoy, recuperado, Sergio ha vuelto a su puesto de trabajo en la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana. Pero su historia dentro del cuerpo es mucho más amplia. Durante seis trienios formó parte del servicio de Guías Caninos, donde desarrolló un vínculo muy especial con los animales, que siempre han sido parte esencial de su vida. Anteriormente también formó parte de la Unidad de Caballería, otra muestra de su amor y respeto por esos compañeros de cuatro patas que también visten uniforme.

Sin embargo, en esta ocasión, Sergio ha querido que su uniforme hable por él. Ha querido que ese azul que representa a la Policía Nacional sirva también para rendir homenaje a otro uniforme. Todos esos uniformes que recorren pasillos, quirófanos y consultas. Los que, cada día, atienden, alivian, acompañan y salvan vidas.

 

“Sólo soy un paciente más”, dice Sergio. Pero hay algo en él que lo diferencia. Porque cuando se planta ante las cámaras para grabar un vídeo de agradecimiento, no lo hace como alguien que ha superado una enfermedad, sino como un compañero más. Un compañero de otro cuerpo, que reconoce en los sanitarios ese mismo espíritu de entrega que él siente cada vez que se pone el uniforme.

Su mensaje de agradecimiento es claro. Gracias a los médicos, enfermeros, celadores, auxiliares, técnicos, logopedas y fisioterapeutas. Gracias a todos los que, en silencio, hacen posible que personas como él tengan una segunda oportunidad.

En su testimonio hay algo más profundo que un simple agradecimiento. Hay una reflexión sobre la vocación, sobre ese impulso que nace en la infancia y que se convierte en forma de vida. Esa vocación que tiene quien quiere proteger y quien quiere sanar. Policías y sanitarios. Diferentes trajes y un mismo compromiso.

Porque en realidad, ambos cuerpos comparten una misma esencia, la de estar siempre, en las buenas y en las malas. Apoyar, sostener, cuidar y servir. Saber que uno no puede hacerlo todo solo. Que la seguridad y la salud son pilares que se sostienen el uno al otro.

La historia de Sergio nos recuerda que detrás de cada uniforme hay una persona. Y que a veces, un gesto sencillo, como volver a ponérselo después de un año difícil, puede ser la mejor forma de rendir homenaje a quienes también lo dan todo por los demás.

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