Juan José Cubero Marín
Exprofesor titular de la Universidad de Zaragoza
jjcooperm@hotmail.com
En esta sección de la revista AEA, he tratado en muchos artículos, aspectos relacionados con la innovación, la evolución en muchos ámbitos, enfocándolo hacia las PYMES, sobre todo pensando en las dificultades que tienen estas pequeñas empresas para adaptarse a los continuos cambios, en forma de disposiciones de todo tipo, donde se debe incluir el interés por las certificaciones y el cumplimiento de sus correspondientes normas; todo esto para las grandes empresas no suponen mayores dificultades.
Pues bien, repasando artículos anteriores he podido comprobar que siempre se me ha olvidado añadir, que los cambios a implementar a sus sistemas de gestión, siempre deberían proporcionar mejoras a todas las empresas, es decir el cambio sin mejora no nos hace avanzar.
En general, cuando se inicia un cambio, todas las empresas se tienen que enfrentar a un aumento de la burocracia interna, además de un incremento de los costes, consumiendo más recursos de todo tipo, que pueden ser costosos y no inversiones que deben mejorar los resultados de las empresas, siendo las más afectadas, siempre las PYMES.
Algunas veces, estos cambios se llevan a cabo por el interés en ser los primeros en aplicarlos intentando que mejore la imagen de la empresa, que se sepa que se trata de una empresa innovadora, que está muy bien, pero si los resultados finales no producen mejoras, no hemos hecho nada y su rentabilidad se pierde.
Parece qué si no hacemos lo que hacen todos, se acaban las posibilidades de que el negocio prospere y por eso, asumir compromisos con el cambio climático, con la transformación energética o transición, con el cambio hacia la Industria 4.0 y la 5.0, con la transición justa, y otras innovaciones, es mucho pedir a unas empresas pequeñas, siendo que muchos de esos cambios corresponden a los órganos de gestión de las administraciones públicas, que es donde van a parar nuestros impuestos.
No me puedo olvidar de la importancia de las personas para poder llevar y sobrellevar tantas cargas administrativas, muchas de ellas inevitables al ser obligatorias, por lo que la formación, junto con unas buenas cualidades profesionales y humanas, sean capaces de facilitar esa evolución de las empresas.
Para terminar estas reflexiones, solo me queda señalar que personalmente estoy de acuerdo con todo tipo de cambios y transformaciones, pero con la condición de que sirvan para mejorar el funcionamiento de las empresas, con lo cual propongo que cuando se utilice la palabra cambio, se le acompañe de lo se vaya a mejorar y aquí, aprovecho para recordar lo que decía Jean de la Bruyere, filósofo y escritor francés del siglo XVII:
“Hacer las cosas como todos es una máxima sospechosa, que casi siempre significa: hacer las cosas mal”.
Julio 2025