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El título puede sonar extraño, incluso intrigante, pero la historia que te voy a contar no solo te entretendrá, sino que también te dará un buen consejo para evitar arruinar tu próximo viaje.
Es una de esas anécdotas que, aunque parecen sacadas de una comedia romántica, tienen un trasfondo práctico que todo viajero experimentado agradecerá.
Blanca, una mujer sensata, meticulosa y previsora, decidió viajar a Dublín para disfrutar de unos días de descanso. Su marido, confiado en la normativa europea, le aseguró que para viajar a Irlanda no era necesario llevar el pasaporte, ya que con el DNI en vigor sería suficiente. Sin embargo, Blanca, siempre precavida y consciente de los cambios tras el Brexit, decidió llevar ambos documentos: su DNI y su pasaporte. «Por si acaso», pensó. Y vaya si acertó.
Al llegar al hotel, Blanca decidió que su pasaporte estaría más seguro en la caja fuerte de la habitación. Lo guardó allí y, durante su estancia, no volvió a pensar en él. Todo transcurrió con normalidad hasta que llegó el momento de regresar a casa. Fue entonces, en el aeropuerto, cuando se dio cuenta de que había dejado su pasaporte en la caja fuerte del hotel. El tiempo apremiaba, su vuelo estaba a punto de despegar y no había posibilidad de regresar al hotel a recuperarlo. Afortunadamente, llevaba consigo su DNI, lo que le permitió embarcar, pero el incidente le dejó un mal sabor de boca.
Una vez en casa, Blanca intentó contactar con el hotel @Hilton donde se había alojado. Llamó repetidamente, pero nadie contestó. Envió correos electrónicos, pero tampoco obtuvo respuesta. Durante dos días, insistió sin éxito. Parecía que su pasaporte estaba condenado a quedarse en Dublín para siempre. Sin embargo, la suerte estaba de su lado: tenía una amiga en la ciudad que, amablemente, se ofreció a ir al hotel y recuperar el documento. Gracias a ella, el pasaporte volvió a las manos de Blanca, pero la experiencia le dejó una lección que nunca olvidaría.
Y aquí es donde entra en juego el truco que una azafata me contó y que quiero compartir contigo. Esta azafata, con años de experiencia en vuelos internacionales, me explicó que, aunque a ella nunca le había pasado, existía una leyenda entre el gremio de azafatas que consistía en un método infalible para no olvidar nada en la caja fuerte del hotel. ¿El secreto? Meter un zapato que te pondrías al día siguiente dentro de la caja fuerte. Sí, has leído bien: un zapato.
La lógica es sencilla pero brillante. Al día siguiente, cuando te prepares para salir, te pondrás ese zapato y, al no encontrarlo, recordarás inmediatamente que está en la caja fuerte junto con tus otros objetos de valor. De esta manera, te aseguras de no dejar nada atrás. Ingenioso, ¿no crees?
Este truco no solo es útil para pasaportes, sino también para joyas, dinero en efectivo, documentos importantes o cualquier otro objeto que decidas guardar en la caja fuerte. Es una solución práctica, sencilla y eficaz que puede ahorrarte más de un disgusto durante tus viajes.
Ahora bien, ¿te ha pasado algo similar? ¿Has olvidado algún objeto importante en un hotel o has tenido que recurrir a algún truco ingenioso para evitar perder tus pertenencias? Cuéntenlo en mis redes @javierlozanotravelplanner, estoy seguro de que, entre todos, podemos aprender nuevas formas de viajar con más seguridad y menos estrés.
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